Page 221

REVISTA HISTORIA MILITAR 119

220 JOSÉ MIGUEL QUESADA GONZÁLEZ rra, ya que reemplazaron a los empleados combatientes en condiciones de igual o mayor productividad. Se puede poner un ejemplo de la magnitud de esta contribución: durante la primera contienda mundial, las industrias estadounidenses de interés bélico aumentaron su plantilla femenina en un veinte por ciento, mientras que las fábricas de aviones y de munición lo hicieron en casi treinta veces3. Como se ve, hasta la plena integración de la mujer en las fuerzas armadas —que tuvo lugar de forma más o menos generalizada a lo largo del último cuarto del siglo xx— su participación sistemática en el ámbito bélico estuvo limitada a ocupar destinos sanitarios, auxiliares e industriales. Solo algunos países de la Europa Oriental —Rusia, por ejemplo— permitieron que cubrieran destinos operativos durante las dos guerras mundiales. No obstante, la singularidad de este último hecho suele ser rebajada por los actuales estudiosos de la perspectiva de género en las operaciones militares dado que, en esos casos, las combatientes renunciaban veladamente a su condición de mujer y pasaban a mimetizarse —tanto en estética como en conducta— con un entorno abrumadoramente masculino4. En lo concerniente a España, mientras que los británicos estaban configurando su primer cuerpo militar de enfermeras —el ya mencionado Army Nursing Service—, el Ministerio de la Guerra oficializaba una situación de hecho y establecía en 1880 que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl serían nuestras “enfermeras militares”, es decir, las que, en los hospitales castrenses, realizarían las tareas de “despensa, ropería, cocina, lavadero, vigilancia de aseo en las enfermerías, consuelo a los pacientes (cuando lo permitan los Médicos de visita o el de guardia), y otros servicios propios y compatibles con el decoro de su institución”5. ¿A qué se debió esta decisión tan radicalmente distinta a la aplicada en otros países? Dado que la Gloriosa había abolido en 1868 los privilegios de las corporaciones religiosas, la resolución tuvo que ver con la devolución 3  En 1918, trabajaban 1.266.000 mujeres en las industrias de Estados Unidos relacionadas con la guerra. Las dedicadas a la fabricación de munición y la construcción de aviones empleaban a alrededor de cien mil, mientras que un año antes eran tan solo 3.500, “Wartime Employment of Women in the Metal Trades“, Research Report of the National Industrial Conference Board, n.º 8, 1918 (julio), p. 5. 4  WINGFIELD, Nancy y BUCUR, Maria: Gender and War in Twentieth-Century Eastern Europe. Indiana University Press, Bloomington e Indianápolis, 2006, p. 7. 5  Real Decreto, de 19 de abril de 1880, disponiendo que el mando, disciplina y orden interior de los hospitales militares se ejercerá por un jefe del Ejército de la categoría adecuada a la importancia del establecimiento, con la denominación de director del mismo. Gaceta de Madrid (GM), 20 de abril de 1880. No obstante, desavenencias surgidas con la cúpula de la orden interrumpieron este acuerdo durante décadas, si bien cuando comenzó la Guerra Civil hacía mucho que había sido restaurado. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 220-244. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 119
To see the actual publication please follow the link above