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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

LOS ASCENSOS DE GUERRA (1909-1922)… 25 por aquellos primeros días del año un violento escrito contra los ascensos de guerra, enviándolo a 34 de los más influyentes medios de prensa acompañado de una carta que denunciaba favoritismos concretos. Conviene reproducir un par párrafos del primero de ambos documentos porque ilustran claramente la mentalidad funcionarial de estos hombres que luchan desesperadamente por patrimonializar lo único que creen tener: su carrera. He aquí una muestra: “Que se hacen hechos distinguidos y meritorios, recompénsense con cruces, con dinero, que este es del Estado, pero no con el perjuicio de las escalas, porque estas son el porvenir, el capital de la oficialidad del Ejército; estas son propiedad nuestra y no del ministro de la Guerra”. Y ahí va otra: “Pidamos el ascenso por antigüedad rigurosa hasta para nuestros coroneles, inclusive. Pidamos que nuestros compañeros, si han de ser tales, renuncien á sus empleos a cambio de cruces, y de lo contrario, hagámosles el vacío en los Cuerpos”22. Obsérvese cómo las escalas han dejado de ser instrumento de la Administración y se han convertido en propiedad de los empleados, pero, sobre todo, démonos cuenta de que la única solución que toleran estos hombres, seguramente pertenecientes a las armas generales, al problema de los empleos concedidos en tiempo de guerra, es la de mantener un comportamiento corporativo igual al de los cuerpos facultativos: los ascensos deben permutarse obligatoriamente por cruces, lo cual exige del arma o cuerpo afectado niveles excepcionalmente altos de cohesión interna. Como luego veremos, este será el verdadero ideal del ejército metropolitano y de sus Juntas, y no la base 10.ª de la Ley de Reorganización del Ejército de 1918. Aunque esta “Comisión Militar” desapareció muy pronto sin dejar huella aparente, estas primeras protestas por los empleos concedidos en la campaña de Melilla convencieron a La Correspondencia Militar de que valía la pena embarcarse en lo que constituyó una larguísima campaña a favor de la escala cerrada. Según nuestros cálculos, desde el 1 de enero de 1910 hasta el 31 de diciembre de 1912 sus páginas albergaron no menos de 88 artículos a favor de la escala cerrada y 13 a favor de la escala abierta. No es de extrañar, por tanto, que en septiembre de 1917 las Juntas de Infantería eligieran a este diario como su órgano periodístico oficioso23. Además, su gerente-propietario, Julio Amado, antiguo comandante de Caballería, aprovechó sus muchos contactos en el Ejército y que el mes anterior había obtenido su primera acta de diputado 22  SECO SERRANO, Carlos: Militarismo y civilismo en la España contemporánea. Madrid: Instituto de Estudios Económicos, 1984. pp. 257-260. Las citas son de la p. 258. 23  Heraldo de Madrid (Madrid) de 19 de octubre de 1917, p. 2, refiriéndose a un acuerdo adoptado el 18 de septiembre, que incluía elegir el Memorial de Infantería como la revista de las juntas del arma. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 25-66. ISSN: 0482-5748


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