Page 27

REVISTA HISTORIA MILITAR 119

26 ALBERTO BRU SÁNCHEZ-FORTÚN para enviar, en junio de 1910, con el permiso de Canalejas, entonces presidente del Consejo, una carta circular dirigida principalmente a los oficiales de Infantería, Caballería y Administración Militar de todas las guarniciones de España animándoles a expresar su opinión sobre una serie de puntos relacionados con el sistema de ascensos. Todas las guarniciones de provincias, incluidas Ceuta y Melilla, se decantaron ampliamente por el principio de la escala cerrada en todo tiempo24. Pero esta no fue la única encuesta plebiscitaria que agitó las aguas castrenses durante estos años. Cuando en mayo de 1912 el ministro Luque presentó su esperado proyecto de ley sobre recompensas militares en paz y en guerra, se constituyó en el Congreso, como era preceptivo, la comisión que, presidida por Julio Burell, debía dictaminar el proyecto. Esta comisión incurrió en la imprudencia de abrir un proceso informativo público para enriquecer con sus materiales el dictamen que, como tantas veces en la vida parlamentaria de la época, no se concluyó nunca. Julio Amado y su periódico, La Correspondencia Militar, irrumpieron por la brecha abierta y convirtieron la información en un gran plebiscito a favor de la escala cerrada en todo tiempo, animando a todos los integrantes de la colectividad castrense a que inundaran la comisión con escritos individuales en los que razonaran sus opiniones sobre el proyecto objeto de dictamen. La ocasión la aprovechó Amado para iniciar una gira de agitación y propaganda por algunas de las guarniciones peninsulares, como Zaragoza, Barcelona y Valladolid25. Fue un éxito rotundo, Parece ser que las comunicaciones remitidas por los jefes y oficiales del Ejército fueron unas 4.000, de las cuales aproximadamente la mitad procedían de las armas generales ─lo que significa que los cuerpos facultativos se habían movilizado en masa aterrorizados porque en el proyecto de Luque la cruz de María Cristina ya no llevaba aneja una pensión que cubriera la diferencia de sueldo con el empleo inmediato hasta el momento del ascenso ordinario─; y de esas 4.000 comunicaciones no llegaban al dos por ciento las partidarias de la escala abierta. También parece que no fueron pocos los votos de Melilla en pro de la escala cerrada26. 24  DSC. Congreso n.º 208 de 20 de diciembre de 1912, pp. 6080-6087. No consta la opinión de la guarnición madrileña. 25  Ver La Correspondencia Militar de 3 y 8 de junio de 1912, ambos en p. 1; y 7 y 15 de junio de 1912, ambos en p. 2. En este último se dice que, a tenor de los resultados que se van obteniendo, la oficialidad de Estado Mayor y la que combate en el Rif están abrumadoramente a favor de la escala cerrada. 26  Conocemos estos resultados gracias a la alusión de Amado a los trabajos de la comisión de Burell en DSC. Congreso n.º 40 de 1 de junio de 1914, p. 1031. La contestación y los datos aportados por el aludido, en DSC. Congreso n.º 41 de 2 de junio de 1914, pp. 1046 y 1047. Según Burell, los individuos que optaron por la escala cerrada en las armas generales fueron: 2.228 en Infantería y 556 en Caballería. Solo fueron 68 los miembros del cuerpo de Estado Mayor, de un total de 305 según el anuario militar de 1912, los que se mostraron partidarios de cerrar las escalas. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 26-66. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 119
To see the actual publication please follow the link above