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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

38 ALBERTO BRU SÁNCHEZ-FORTÚN Como no nos es posible glosar todos los trabajos publicados50, comentaremos solo uno, aparecido en el Memorial de Caballería en septiembre de 1918, aunque fue escrito un poco antes de la promulgación de la nueva ley de bases. En él se defendía que el fundamento del sistema de promoción no podían ser los estudios iniciales ni la permanencia en el servicio. Tampoco la escala abierta en tiempo de guerra tenía sentido, pues en un hecho de armas no pueden apreciarse las cualidades necesarias para el empleo superior y tampoco hay en campaña, salvo si se es el jefe de la columna, la independencia suficiente para acreditar la aptitud, la iniciativa y el golpe de vista militar exigible para justificar el ascenso de guerra. Eran estos errores iniciales de planteamiento, y no, como se venía diciendo, la torcida aplicación de la ley, lo que había hecho de estas cuestiones las más discutidas por la oficialidad. Pero lo de verdad importante de este trabajo era su esfuerzo por objetivar cuantitativamente el mérito a través de un detalladísimo baremo, el más antiguo que conoce el autor en el Ejército Español, diseñado para comparar distintas carreras profesionales y adelantar las que pudieran resultar más útiles al Estado. Para ello se establecía una tabla de puntuación de todos los servicios y méritos de una posible carrera a través de 66 aspectos de la misma susceptibles de ser valorados cuantitativamente, y agrupados en los siguientes epígrafes: “Méritos de Campaña”, “Por servicios en mando de tropas”, “Por servicios de profesorado o industrias”, “Méritos de paz por trabajos de instrucción de personal” y “Por servicios de orden diverso”; aunque el mismo autor reconocía que había tendido a primar en la tabla los aspectos que tuvieran una relación directa con el mando de tropas, su instrucción o la capacitación del oficial para ello. Sin embargo, tras este planteamiento ciertamente innovador se hacía sentir el peso de la timidez. A la hora de la verdad, serían baremados anualmente los oficiales que hubieran llegado al quinto de cada escala. Con los que hubieran obtenido mayor puntuación se formaría una relación para asignarles, en el orden obtenido en ella, solo la décima parte de las 50  Ver, por ejemplo, en la Revista Científico-Militar n.º 5 de 10 de marzo de 1911, pp. 65-69, el artículo titulado “Algo sobre las recompensas por méritos de guerra”, firmado por “capitán Subrio Escápula”; y n.º 14 de 25 de julio de 1912, pp. 191-214, el de título “Una idea sobre los ascensos por elección”, firmado por “J. A.”, seguramente el teniente coronel de Ingenieros Juan Avilés. En Revista de Caballería, enero a junio 1914, año XIV, tomo XXIV, pp. 441-451, primera parte del artículo “Informe sobre ascensos en tiempo de paz y de guerra”, la segunda parte en el n.º de julio a diciembre 1914, año XIV, tomo XXV, pp. 3-16. También, Memorial de Caballería, noviembre 1917, año II, núm. 17, pp. 412-422: “Ideas sobre un reglamento de ascensos”, por el mayor José Fernán de Enríquez y Quiemara. O el libro de IRADIER Y HERRERO, Teodoro de: Sobre ascensos: Diez minutos de charla sobre las escalas cerrada y abierta, sistemas de ascensos en el extranjero, proyecto de un nuevo sistema. Madrid: Tip. de la “Revista de archivos”, 1912. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 38-66. ISSN: 0482-5748


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