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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 132

ENRIQUE TAPIAS HERRERO En la primavera de 1714 se solicitó permiso para darse a la vela, pero el virrey lo impidió de nuevo al comunicar que no había recibido órdenes de la Corona, lo que denotaba una clara venganza por lo ocurrido. A pesar de las protestas del general y de las comunicaciones con el Consejo de Indias, el virrey, con mil subterfugios, continuaba bloqueando la salida de la flota. Transcurrió otro invierno, y ya en verano de 1715, la situación se había tornado ruinosa para los comerciantes y la Corona, lo cual tiene visos de ser lo que deseaban los comerciantes mejicanos y, tal vez, el virrey. Durante ese tiempo se habían cargado mercancías y carenado los navíos en tres ocasiones, y las tripulaciones, al no percibir sus salarios, habían comenzado a desertar. Finalmente, el 24 de julio de 1715 la flota salió a la mar tras una estancia en Veracruz de treinta y un meses. Durante 1714, el virrey duque de Linares, ante la escasez e inoperatividad de los buques de la Armada de Barlovento, que tenía su puerto base en Veracruz, compró un navío de la flota de Ubilla, el San Juan Evangelista, de 44 cañones, así como una fragata jamaicana de 30 cañones a la que denominó Nuestra Señora del Rosario (14). Proyecto de flotilla del capitán de mar y guerra Echevers En noviembre de 1712, la Corona había suscrito otro asiento con don Antonio Echevers y Subiza, caballero de la Orden de Calatrava, regidor perpetuo y alcalde provincial de la Santa Hermandad de la ciudad de Panamá, además de vecino y residente en ella (15). El contrato perseguía el envío de una flotilla a Tierra Firme, ya que desde los galeones del conde de Casa Alegre en 1706 no se había despachado ninguna expedición. Al igual que había ocurrido con el contrato de Ubilla, la Corona, mediante la iniciativa privada, pretendía remediar su incapacidad para cubrir el tráfico de galeones con Tierra Firme. La expedición, que estaba formada por tres buques, más un cuarto que navegaría en conserva con destino a La Habana, salió el 27 de julio de 1713 con 1.890 toneladas de carga, al mando de don Antonio Echevers, que había sido designado como capitán de mar y guerra al formalizar el asiento. Echevers, a semejanza de lo que se había pactado con Ubilla, compraba y pertrechaba los buques y se hacía cargo de los salarios de las tripulaciones y guarniciones, a cambio de obtener permiso para cargar las mercancías que quisiese, lo cual, dado lo poco que se dejaban ver los navíos españoles por los puertos de Tierra Firme, reportaba cuantiosas ganancias. Uno de los buques debería portar entre 50 y 60 cañones, y el otro, que iría como patache, entre 24 y 30. Habida cuenta la escasa vigilancia contra el contrabando, impuesta por la carencia de navíos, se dotó a los buques de Echevers con patentes de corso (14) AGI, México, leg. 485. Carta del virrey al Rey el 7 de agosto de 1714. Era la patrona de Nuevo México. (15) AGI, Contratación, leg. 1276. 48 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 132


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