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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 134

LA ARMADA EN LA GUERRA DE ÁFRICA (1859-1860) cifradas en 800 muertos, aparte de los heridos y prisioneros y de los 18 cañones que capturó el vencedor. Reconociendo su derrota, los marroquíes firmaron el tratado de Tánger el 18 de septiembre, por el que se obligaban a cesar en su apoyo a los argelinos y reconocían la posesión francesa de Argelia, aunque los límites tradicionales entre ambos territorios distaban de estar claros. En España, hasta entonces poco o nada interesada en el norte de África, comenzó a cundir un sentimiento de inquietud al ver cómo antiguas posesiones españolas como Orán y Mazalquivir iban pasar a manos francesas. y así, temiendo que la expansión del país vecino por el Magreb llegara a atenazar estratégicamente el territorio español, una pequeña fuerza naval ocupó las islas Chafarinas, muy cerca de la frontera, el 6 de enero de 1848, casi dándose de bruces con una expedición francesa enviada con el mismo propósito (3). Tales preocupaciones españolas no hicieron sino sumarse a las creadas por la estrategia británica de penetración comercial desde el Atlántico. El hábil john Drummond Hay, primero cónsul y después embajador en Tánger, la capital diplomática del reino de Marruecos, tomó eficaces iniciativas en este sentido que fructificaron en el tratado de 9 de diciembre de 1856 entre el imperio británico y Marruecos, por el que el país africano se abría al comercio inglés, otorgaba a los súbditos ingleses residentes en el reino el beneficio de la extraterritorialidad —lo que les dejaba fuera de la jurisdicción de la justicia marroquí— y autoriza el establecimiento de nuevos consulados británicos. Al tratado se adhirieron países que gravitaban en la órbita británica como Bélgica, Piamonte, Nápoles, Portugal y Holanda, pero Francia y España, recelosas, se abstuvieron de hacerlo, lo que se tradujo en que Gran Bretaña hegemonizase el comercio con el reino magrebí. Dentro de esa creciente influencia británica sobre Marruecos, cabe destacar la venta de más de 120 punteros cañones, destinados a modernizar las baterías de Tánger —dato que igualmente conviene que el lector retenga— para impedir que una escuadra francesa o de cualquier otra potencia amenazase el estratégico puerto. Indudablemente, Gran Bretaña, que había recibido Tánger en pago por su alianza estratégica con Portugal con el fin de asegurar su independencia frente a España tras la separación de 1640, no quería ver a ninguna potencia instalada en tan estratégica base, que comprometía no solo Gibraltar, sino el paso del Estrecho. Lo curioso es que, dando muestras de una notable ceguera, los británicos mantuvieron la posesión de Tánger solo entre 1661 y 1684, devolviéndola después a Marruecos. Sin embargo, es lo cierto que la dominación británica estuvo erizada de problemas, tanto con la población local como con los marroquíes, y conseguido Gibraltar en 1704, al Reino Unido le pareció más (3) La obra clásica española es la de BECKER, jerónimo: Historia de Marruecos, Madrid, 1915, que amplía y matiza la del mismo título de Antonio Cánovas del Castillo, anterior en el tiempo. Sigue siendo fundamental la obra colectiva, dirigida por j.M.ª jOVER ZAMORA, La era isabelina y el Sexenio Democrático (1834-1874), tomo XXXIV de la Historia de España fundada por Menéndez Pidal, Espasa Calpe, Madrid, 1981. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 33


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