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cia en condiciones de mar favorables, dirigirse a él, confirmar la detección radar con el avistamiento, realizar un primer ataque con cohetes si el submarino no se había sumergido totalmente, intentar a continuación confirmar su posición con el MAD mediante una serie de pasadas siguiendo un patrón en forma de hojas de trébol sobre la última posición conocida del sumergible (datum) y, en caso de que esas maniobras fuesen exitosas, lanzar un torpedo buscador. Por el contrario, si con el MAD no se conseguía ningún resultado positivo, la alternativa era lanzar varias sonoboyas en torno al datum para cercar al submarino e impedir así su huida y determinar su posible derrota de evasión. Como las sonoboyas eran pasivas y el receptor a bordo del avión no tenía capacidad para efectuar un análisis acústico, las sonoboyas debían utilizarse conjuntamente con pequeñas cargas de profundidad lanzadas en sus proximidades. La explosión de estas cargas se recibía secuencialmente en el receptor del avión y, si había suerte, se recibía también el eco que la explosión producía en el casco del submarino. La medida del desfase entre unos sonidos y otros en las distintas sonoboyas podía proporcionar una situación aproximada del submarino y, después de un cierto tiempo, su derrota aproximada. A tal fin, el TACCO disponía de una pequeña mesa trazadora en la que se reflejaba automáticamente las evoluciones del avión y podía situar, con la información de los diferentes sensores, los datos más relevantes de la operación en curso: posición del avistamiento, datum, ataques, contactos MAD, posición de las sonoboyas, posible rumbo del submarino, etc. La mesa trazadora era la principal herramienta en manos del TACCO, que le permitía recomendar al comandante de la aeronave, el piloto, las diferentes maniobras a efectuar durante la operación. El TACCO asimismo era el encargado de coordinar la actividad de los operadores de los sensores a bordo del avión y el responsable de mantener las comunicaciones tácticas con otras unidades, buques o aeronaves, con las que el avión actuase conjuntamente. A nadie se le escapa que operaciones como la descrita exigen una gran compenetración entre todas las unidades participantes, y por ende entre los equipos responsables dentro de cada una de ellas. En el caso del avión, esta compenetración se traduce en la identificación de sus tripulantes en los procedimientos para alcanzar el objetivo de la misión, lo cual exige un profundo conocimiento de la táctica a emplear y de los medios con que se cuenta para llevarla a cabo. En definitiva, se trata de conseguir un fuerte espíritu de equipo, obje- 112 Panoplia de armamento del Grumman. Cabina táctica Grumman Albatross.


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