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REVISTA HISTORIA NAVAL 138

UNA FRAGATA DE LA REAL COMPAÑÍA DE FILIPINAS EN EL OCASO DE UN... ta; se hallaba en la costa del Brasil en cuyas inmediaciones había ya apresado 8 buques españoles» (46). Como veremos, la advertencia no era demasiado precisa, pero en cualquier caso acució a la expedición para alcanzar la seguridad de Montevideo sin demora. Una semana más tarde, la Santo Domingo de la Calzada enfilaba la entrada del Río de la Plata, pero las condiciones meteorológicas desfavorables («el viento, la mar gruesa y la cerrazón») le impedirían entrar. El 22 de junio se confirmaban los peores temores: los expedicionarios avistaban una fragata «muy velera de guerra» que hacía esfuerzos por darles caza; sin embargo, Latre y sus hombres consiguieron burlarla con la llegada de la noche. A partir de ese momento, los afanes por alcanzar Montevideo se redoblarían. El día 24 las corrientes y el viento volvieron a echarlos del estuario, cuando habían llegado a penetrar en él lo suficiente para avistar el Cerro de las ánimas. El día 25 avistaron la isla de Lobos y el 26 alcanzaron a ver la de Flores, pero una turbonada los obligó a fondear al abrigo de esta. Las condiciones no mejoraron al día siguiente, y «viendo que el viento se mantenía invariable y fresco y que por las corrientes nos sotaventábamos», optaron por buscar refugio en el puerto de Maldonado, al que llegaron la mañana del 28 de junio (47). Pero Maldonado era solo un mal menor, pues no ofrecía la seguridad de Montevideo (48). No obstante, sus baterías de tierra podían servir de ayuda si el buque perseguidor se presentaba a la vista de la bahía, eventualidad que, de hecho, se haría efectiva poco después. Y así, Latre indica en su diario que, a la media hora de fondear, apareció la fragata de guerra que les había estado dando caza en días anteriores y cuya bandera era británica. La embarcación no se atrevería a agredir a la Santo Domingo bajo el amparo de los cañones de Maldonado, pero según el capitán asomó por la zona durante toda una semana, acechando una oportunidad de hacerse con su presa (49). Los directores de la Compañía aún darían más detalles sobre el enemigo en despachos posteriores. Según estos, la amenaza no provenía de una nave aislada, sino de toda una escuadrilla compuesta de «una fragata inglesa de 38 cañones, un bergantín de 18 y una balandra de 14» (50). Hemos podido identificar con bastante seguridad los componentes de estas fuerzas inglesas aludidas en el despacho anterior y ponderar su potencia real. Por un lado, tendríamos al corsario Antelope (Antílope), un bergantín capitaneado por el temido capitán James Mortlock, descubridor de las islas homónimas en el Pacífi- (46)  Ibídem. (47)  Ib. (48)  Sobre las fortificaciones de Maldonado en este período, puede consultarse BELLOSO VARELA, M.F.: Las fortificaciones de la Bahía de Maldonado: estudio sobre el sistema colonial defensivo de la Bahía. Tradinco, Montevideo, 2009. También es de obligada referencia el documental Una bahía a defender, del cineasta uruguayo Alejandro Ferrari (2009). (49)  «Extracto de las navegaciones…» (50)  AGI, Filipinas 991. Directores de la Compañía de Filipinas, directores de la Compañía a Soler, 10 de octubre de 1805. Año 2017 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 19


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