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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 919

Logística REVISTA EJÉRCITO • N. 919 NOVIEMBRE • 2017  19  En cualquier caso, parece claro que las empresas privadas van a seguir acompañando a las fuerzas militares en el futuro, por lo que se impone optimizar su empleo realizando análisis de costes relativos que impidan beneficios excesivos, mejorar la capacidad de interacción con las empresas para obtener el mayor beneficio posible de la relación, aprender del modo de actuar de las empresas, extraer lecciones que permitan incrementar la eficiencia de la logística de defensa e incorporándolas, en la medida de lo posible, a los procesos de toma de decisiones, de forma que puedan asesorar sobre posibilidades y limitaciones de apoyo, y, finalmente, mantener en manos militares las capacidades esenciales o en las que ello resulte más eficiente. Un equilibrio adecuado y adaptado a la situación entre capacidades de abastecimiento, mantenimiento y transporte que permita mantener potencia de combate necesaria con un empleo mínimo de medios será una de las claves de la eficiencia del sistema logístico, que para ello debe abandonar el planeamiento funcional y dar el salto hacia un análisis integral de los problemas y sus soluciones3. SENCILLEZ Y COOPERACIÓN Las operaciones militares han exigido siempre cierto grado de cooperación logística entre las fuerzas terrestres, navales y aéreas, así como con fuerzas aliadas. Recientemente, la naturaleza de las operaciones de estabilización ha abierto la puerta a la necesidad de cooperar también con agencias civiles nacionales, extranjeras e internacionales. Esta cooperación tiende a hacer la logística más compleja, por lo que se imponen medidas para lograr la sencillez que debe caracterizar a toda actuación militar. Ante la existencia de un elevado número de actores implicados en el sostenimiento de un teatro de operaciones, la eficiencia pasa por la cooperación, mientras que la sencillez parece abogar por la designación de una autoridad logística única que ponga orden en lo que podría convertirse en un caos. Conceptos como «nación líder» o «especializada», o el Joint Logistic Support Group (JLSG) en OTAN, surgen de esta necesidad. Desde la perspectiva de la eficiencia, lo ideal sería llegar a un único plan logístico multinacional aceptado por todos. Mientras ello no sea posible y la logística sea principalmente nacional en operaciones multinacionales, el hábito de trabajar juntos conduce a la adopción de procesos logísticos análogos, normalización que facilita la cooperación. Una autoridad logística única, un plan logístico multinacional común y procesos logísticos normalizados son vías para conseguir la simplicidad, principio que debe perseguirse para evitar los inconvenientes que plantea el sostenimiento de la Fuerza en teatros de operaciones con un elevado número de actores no sometidos a una autoridad logística común. La falta de cooperación puede conducir al colapso logístico en teatros incapaces de asumir la complejidad de operaciones multiagencia de gran envergadura. AGILIDAD Lo único que es seguro en la guerra es su naturaleza incierta. Esta máxima se aplica también a la cadena logística. La guerra asimétrica o los conflictos de carácter híbrido someten a las fuerzas militares a amenazas imprecisas que obligan a seguir objetivos y tácticas cambiantes. En este escenario, el sistema logístico debe ser suficientemente ágil para responder en plazo a situaciones y necesidades imprevistas, lo que garantice un apoyo oportuno que posibilite el cumplimiento de la misión. Para ello no bastará con un conocimiento profundo de los procedimientos; los responsables del apoyo logístico deberán ser suficientemente imaginativos para encontrar soluciones a problemas novedosos, recurriendo a procedimientos y recursos no previstos durante el planeamiento. Los mandos logísticos necesitan para ello tener autoridad suficiente para adaptar estructuras y procedimientos a las exigencias de la situación. Para actuar de esta manera el mando logístico necesita visibilidad, autoridad y capacidad. Visibilidad para conocer en detalle la situación táctica y su posible evolución, así como las necesidades y capacidad logísticas, autoridad para tomar decisiones de forma ágil y capacidad para reconducir medios y recursos allí donde sean necesarios. Esta flexibilidad solo es posible si los cuadros responsables del apoyo logístico poseen agilidad mental, adiestramiento y una sólida formación logística que les permitan adaptar los planes vigentes a las necesidades reales de la Fuerza apoyada.


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