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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 919

REVISTA EJÉRCITO • N. 919 NOVIEMBRE • 2017  93  SECCIONES FIJAS bando bárbaro en la batalla de Arausio, lo que puso en riesgo incluso a la propia Roma, algo que no sucedía desde la Segunda Guerra Púnica. INICIO DE LA GUERRA CIMBRIA Tras unos comienzos llenos de incertidumbre en los que las luchas por el poder entre los caudillos de los diferentes grupos estaban a la orden del día y minaban su potencial, la llegada al poder de Boiorix y su oportuno entendimiento con Teutobod forjó una alianza entre los dos pueblos más poderosos, que pudieron someter al resto de tribus que conformaban la Marcha Cimbria y actuar a partir de entonces ordenadamente, justo lo contrario de lo que sus enemigos romanos esperaban de ellos. Prueba de esta infravaloración fue la batalla de Noreya (112 a.C.), en la que tras pretender asentarse en tierras de tauriscios y noricanos (aliados de Roma), estos solicitaron apoyo militar a la urbe, que envió un ejército inferior en efectivos pero muy superior en preparación y equipamiento, por lo que tras ser invitados los invasores a retirarse estos juiciosamente se avinieron a ello. Sin embargo, los romanos, bajo el mando del cónsul Cneo Papirio Carbón, envalentonados por esta victoria sin lucha y con su jefe buscando alcanzar la gloria mediante el exterminio de lo que debió de parecerle un grupo de parias, pretendieron tenderles una trampa destacando un pequeño contingente que debía servir como guía a los invasores en retirada hacia sus lugares de partida, pero que en realidad buscaba conducirles hacia una emboscada que acabase con ellos. Boiorix y Teutobod descubrieron el plan gracias a una traición de los guías celtas, que se suponían aliados de Roma, por lo que emboscaron a los emboscadores y cayeron sobre ellos por sorpresa aplastándolos. La divina providencia quiso que, cuando los romanos se batían en retirada y los protogermánicos se disponían a tocar a degüello y aniquilar al enemigo en fuga (la práctica habitual en tales fastos) se desatase una tormenta eléctrica que fue interpretada por los bárbaros como señal de descontento de sus dioses, a quienes temían más que a los romanos, por lo que permitieron a los vencidos retirarse hacia la península itálica. Cneo Papirio perdió el título de cónsul, aunque tuvo la suerte de no acabar en el exilio, como solía ocurrir a los comandantes derrotados. Migraciones de los cimbrios a través de Europa


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