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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 919

LA BATALLA DE ARAUSIO Animada por este éxito contra Roma, y tratando aún de localizar tierras donde asentarse, la Marcha Cimbria tomó rumbo a la Galia, donde en el año 107 a.C. la tribu de los tigurinos, que ahora marchaba junto a los cimbrios, logró otra victoria en la batalla de Burdigala (actual Burdeos) más por cobardía e ineptitud romana que por capacidades tigurinas. La República romana, que empezaba a preocuparse por los 300.000 indocumentados que vagaban por sus supuestos dominios sembrando el terror con su incultura y malos modales, decidió poner fin a la situación enviando al mayor ejército movilizado por la República o el Imperio: 80.000 legionarios y unas tropas auxiliares compuestas por otros 40.000 individuos. A su mando colocaron al cónsul Cneo Malio Máximo, ayudado por el procónsul Quinto Servilio Cepio el Viejo (que probablemente había comprado el cargo con el oro de Tolosa, obtenido de la conquista de esa ciudad y que el procónsul se había quedado para sí mismo, acusando a las tribus celtas de la zona de haberlo robado). Ambos debían liderar el ejército en lo que se suponía iba a ser una fácil victoria sobre una horda de cavernícolas mugrientos y esperaban volver a Roma como salvadores de la patria. Sin embargo, Cepio se resistió a obedecer a Malio (que era el primero de su familia en alcanzar un puesto notorio) al entenderse hidalgo de más alta cuna que aquel, por lo que tras una serie de altercados en los que sacaron a relucir temas como la limpieza de sangre, la longitud de sus árboles genealógicos y, finalmente, la virtud 94  REVISTA EJÉRCITO • N. 919 NOVIEMBRE • 2017 de sus respectivas madres, la fuerza se dislocó en dos grupos que actuaban independientemente y cuyo principal interés no era derrotar a los cimbrios sino evitar que el otro grupo los derrotase primero. Así, ambos grupos se dirigieron por diferentes caminos hacia el Ródano, donde esperaban encontrarse con los cimbrios, lo que ocurrió finalmente en las cercanías de la actual ciudad de Orange, el 6 de octubre del año 105 a.C. Mientras emisarios del Senado trataban de convencer a ambos comandantes para que uniesen sus fuerzas, que habían acampado a varios kilómetros de distancia y separados por el Ródano, Malio decidió enviar su caballería 55 kilómetros hacia el norte para presionar a los cimbrios, pero estos, al ver cómo los casi 5.000 jinetes acampaban perdiendo la movilidad (la baza de la caballería) y permaneciendo además sin cobertura por la lejanía del grueso de su ejército, optaron por caer sobre ellos y los aniquilaron por completo además de capturar a su orgulloso líder, Marco Aurelio Escauro, otro patricio de alta cuna que, para perplejidad de los cimbrios, insistía en exigir su rendición aun tras haber sido derrotado, amenazándoles con toda suerte de males si no le obedecían. Los bárbaros, que no destacaban precisamente por su paciencia, optaron por quemarlo vivo en una cesta de mimbre. Malio comenzó entonces una muy oportuna ronda de negociaciones con los cimbrios, pero Cepio, temeroso de que Malio consiguiese el éxito a través de la diplomacia, lanzó un improvisado ataque unilateral con el grueso de sus tropas que, debido a la precipitación, acabó en desastre. La fuerza atacante resultó aniquilada y el grupo de Cepio se perdió por completo. Boiorix, que a estas alturas no debía de tener un gran concepto de la tan manida disciplina del ejército romano, intuyó la desmoralización que la derrota de Cepio debía de haber causado en las tropas de Malio y trató de aprovecharla lanzando un ataque por sorpresa a este último, quien al no contar ya con caballería se vio desbordado y atrapado entre los cimbrios y el Ródano, y fue aplastado por los primeros y sumergido en el segundo. En el bando romano apenas hubo 200 supervivientes, incluyendo entre ellos a Cepio y a Malio, que esta vez sí optaron por unir sus Las tribus cimbrias cruzando el río Rin. (Autor desconocido)


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