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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL EL ESPADÓN 115 alcance, convencerle para que lo que quedaba de la Unión Liberal y, sobre todo el propio O´Donnell, se sumara al pacto de Ostende en contra de la Reina. A su vez, los amigos políticos de don Leopoldo acudían a Biarritz para reclamar a su líder una postura definida y este se debatía, según el profesor Martínez Gallego, entre apartarse de los conjurados, o intentar forzar una abdicación de la reina Isabel en su hijo Alfonso que contaba con nueve años, a la sazón69. Desde luego, para lo que no podían contar con él, era para derribar la monarquía, ya lo había dejado claro en 1851 en un discurso en el Senado: “En cuanto a mí, puedo asegurar que en ningún caso dejará de estar mi espada a lado del Trono. Mi pasado responde de lo futuro”70. Pero O´Donnell, viendo la deriva de sus partidarios, no quiso insistirles en que mantuvieran las esencias del partido que con tanta ilusión había creado años antes y la Unión Liberal quedó finiquitada definitivamente, hasta el punto que en las Cortes que se formaron tras las elecciones de 1867, tan sólo tres escaños eran ocupados por unionistas. Desde su exilio francés, don Leopoldo asiste a los esfuerzos de Narváez para, desde el poder, hacer los últimos intentos por despolitizar el ejército, e intentar una reforma que se ya se hacía absolutamente necesaria. Como nos dice el marqués de Miraflores: «aprovechó con suma habilidad Narváez,dictando medidas útiles para sacarlo de la política y encerrarle en la ordenanza, tales como lanzar de él los oficiales cuya hoja de servicios dejaba que desear; traer a un principio de regularidad y condiciones precisas los ascensos, y limitar el servicio de los soldados a cuatro años en vez de ocho».71 Cuando terminaba 1866, Narváez, bastante cansado y con pocos apoyos políticos, se centra en el ejército y dirige al conjunto de hombres que lo componen una alocución que tiene un cierto tinte a testamento político. En ella, propone Narváez la independencia absoluta del ejército de los partidos políticos y su subordinación al poder establecido. Porque conoce perfectamente al ejército y ha vivido los desagradables efectos que los sucesivos pronunciamientos han tenido en su seno: «Debe cuidarse pues de alejar al Ejército de la política, cuyo elemento tiende esencialmente á debilitar y extinguir el espíritu militar á relajar la disciplina y á suscitar la división y la discordia entre sus 69  MARTÍNEZ GALLEGO: O´Donnell, ob. Cit, p. 257. 70  Diario de las sesiones de Cortes. Senado, de 28 de junio 1851. 71  MARQUÉS DE MIRAFLORES: Memorias del reinado de Isabel II, ob.cit. p. 353. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 115-122. ISSN: 0482-5748


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