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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL, PRIM Y LA EXPEDICIÓN A MÉXICO 167 vez lo más trascendental fue que terminó con el antiguo equilibrio de poder, con Austria y Rusia que había controlado, en buena medida, el Viejo Continente y, sobre todo, debilitó el orden salido de la Viena de 1815 impulsando una fuerte oleada nacionalista, tanto de orden reaccionario como de corte liberal. La génesis de nuevos estados nación recibiría, de uno u otro modo, un importante impulso. Italia, Alemania, Rumanía, … podrían culminar sus anhelos unificadores. En ese nuevo contexto también se verían afectados los intereses de las grandes potencias en otros ámbitos. España, espectador hasta entonces, desde hacía varias décadas, en las grandes cuestiones internacionales, debería prestar mayor atención a su política exterior. A partir de 1858, la estabilidad interior, aunque no exenta de algunos problemas, (como el insensato intento de Sixto Cámara de proclamar la República o la sublevación de Pérez del Álamo en Loja (1861), entre otros, permitió por primera vez en varias décadas, como hemos dicho, mirar más allá de las bardas del solar patrio, con el objetivo de ocupar algún espacio en la política internacional, al menos donde los asuntos españoles se viesen más directamente comprometidos. Diversos escenarios, fuera de nuestras fronteras, o dentro de las que solo figuraban en el papel, contemplarían entonces la bandera española. Así se atendió a asegurar nuestra presencia en Guinea (sobre todo en la parte insular Fernando Poo, Corisco,…etc.); en Cochinchina (en Tonkín), (como respuesta, en principio, al asesinato del dominico asturiano fray Melchor García de San Pedro y otros 128 españoles en Kimboo en 1858); en el norte del continente africano, y, principalmente en América, en la hasta poco antes América hispana. Los éxitos y los fracasos, más o menos rotundos, jalonaron el itinerario de aquella política internacional. La guerra de África (1859- 1860) fue para España una auténtica epopeya nacional. Las victorias de los Castillejos, Wad-Ras y Tetuán, despertaron un intenso fervor patriótico. El conde de Lucena y el de Reus unieron sus esfuerzos en aquella empresa, que empezó siendo la guerra de O’Donnell y acabó siendo la guerra de Prim. Aunque sería el Nuevo Mundo, como apuntábamos, el espacio donde en más ocasiones se mostraron las armas españolas en aquellos años. En alguna oportunidad en episodios poco relevantes, como el de la expedición a La Guaira, bajo el mando de don Rafael Rodríguez de Arias, en respuesta a los ataques sufridos por los españoles, durante la guerra civil en aquellas tierras. Una intervención que se saldó con el llamado Convenio de Santander, de 12 de agosto de1861, por el cual el gobierno venezolano hubo de ofrecer Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 167-200. ISSN: 0482-5748


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