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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

76 ALFONSO BULLÓN DE MENDOZA Y GÓMEZ DE VALUGERA de Cuenca.49 Esta misma visión de que el ejército del Centro había quedado agotado como consecuencia tanto de sus éxitos como de sus derrotas la tenemos en dos militares alemanes que se encontraban en aquella época sirviendo en las tropas de Cabrera: von Rahden y von Goeben, cuyas consideraciones sobre los combates entre O’Donnell y Cabrera no carecen de interés.50 Tras el Convenio de Vergara O’Donnell marchó a Aragón para entrevistarse con Espartero, que nombrado jefe de los ejércitos reunidos se dirigía hacia el Maestrazgo al frente de cerca de cincuenta mil hombres. O’Donnell fue nombrado segundo jefe del nuevo ejército y expuso al duque de la Victoria su convicción de que Cabrera evitaría un combate general, por lo que habría que desplegar las tropas para ocupar todo el país enemigo, protegido por numerosas fortificaciones. Las inclemencia de la estación, y la necesidad de procurarse buenos trenes de artillería, hicieron que la actividad fuera muy escasa hasta abril de 1840, en que dio comienzo una rápida campaña cuyos jalones más destacables, en lo que a O’Donnell se refiere, fueron la toma de Aliaga (15 de abril) y la de Alcalá de la Selva (30 de abril), tras las cuales la desmoralización en el bando carlista se hizo evidente, y pudo ocupar sin resistencia San Mateo, Benicarló, Alcanar, Categ y Ulldecona. Todavía tuvo ocasión O’Donnell, sin embargo, de batirse una vez más con Cabrera, aunque en condiciones muy distintas a las anteriores, pues no sólo sus tropas eran muy superiores en número, sino que además se daba el caso de que el general tortosino se hallaba gravemente enfermo y apenas se podía mantener encima del caballo. El encuentro tuvo lugar en La Cenia, el 20 de mayo, y como era habitual ambos ejércitos se atribuyeron la victoria, siendo casi imposible encontrar punto alguno de coincidencia entre los relatos de carlistas isabelinos, reconociendo O’Donnell 150 hombres fuera de combate, incluido su hermano Enrique, que estuvo a punto de morir como consecuencia de las heridas, y los carlistas 88, atribuyendo su estado mayor la diferencia de bajas (las cristinas las cifraba en 237), en el hecho 49  En la época, en que hace ya varios años, consultamos esta documentación, su signatura era: Servicio Histórico Militar de Madrid, sección 2ª, leg. 62. 50  RAHDEN, Wilhelm von: Cabrera. Recuerdos de la guerra civil española. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2013 (la edición original es de 1840), pp. 431-432 y ss. Para Rahden el éxito de O’Donnell en Lucena se debió a que seguía una táctica totalmente distinta a la de su predecesor: “dirigía todas sus fuerzas a un solo punto, rompiendo así la línea de los carlistas y logrando, aunque con grandes pérdidas, su objetivo. En los combates de masas los carlistas no están en modo alguno a la altura de los cristinos.” La consecuencia negativa era que “todos los puntos secundarios eran desatendidos”, lo que utilizó Cabrera en su contra cuando la acción de Tales. Por su parte GOEBEN: Op. cit., pp. 315, afirma que: “O’Donnell quería vencer en todas partes por la fuerza de las masas, pues desconocía en absoluto la guerra irregular. Así conseguía desde luego su objetivo, pero siempre con pérdidas tan inmensas que, por este medio, toda ventaja equivalía a una derrota.” Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 76-80. ISSN: 0482-5748


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