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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 139 MAS SUP 26

VICENTE MONTOJO MONTOJO Y FEDERICO MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN el auténtico heredero del proyecto católico, o sea hispánico, de lucha contra el protestantismo rebelde. En España, la drástica reducción de la Escuadra de Galeras y una escasa intervención en operaciones de guerra durante el reinado de Carlos II evidenciaron el papel secundario que había pasado a tener la Monarquía en Europa, en contraste con Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos del Norte. Ha de tenerse en cuenta, además, que la Escuadra de Galeras de España actuó sobre todo en la defensa de Orán (1669, 1675-1677, 1687-1689, 1700, 1704, 1708 y 1732, en este último año para recuperarla) y en aprovisionar a los presidios. Para Miguel Ángel de Bunes Ibarra, durante el reinado de Carlos II las escuadras de galeras mediterráneas quedaron reducidas a realizar tareas auxiliares, adquiriendo un papel absolutamente secundario. Tan solo se mostraron eficaces en el abastecimiento de las plazas de dominio español así como en algún episodio de abordaje de navíos franceses en la guerra de Sicilia. En 1668 la base de la escuadra de España se volvió a situaren Cartagena, por la obstrucción de El Puerto de Santa María a causa de la barra de arena del río Guadalete. Al inicio de la Guerra de Sucesión, la marina mediterránea estaba compuesta por seis galeras ancladas en Cartagena, trece en Nápoles y Sicilia, seis tomadas en asiento a Juan Andrés Doria y una de Esteban Doria. Las naves mandadas para socorrer la ciudad de Orán en 1707, sitiada por los argelinos, fueron capturadas, en un episodio bastante oscuro, en Altea por navíos ingleses, por lo que el doble presidio fue conquistado al no recibir ningún tipo de ayuda. La pérdida de Orán, que luego será conquistada nuevamente por Felipe V en 1732, pone de manifiesto el final de la política mediterránea tal como se había entendido desde la época de los Reyes Católicos. Aunque el corso berberisco siguió operativo hasta la ocupación de Argelia por Francia a principios del siglo XIX, el mundo del Mediterráneo se comenzó a regir por unos parámetros distintos de los que habían imperado hasta ese momento. El episodio de 1716, año en que el nuevo rey español manda seis navíos en línea y seis galeras para ayudar a Venecia en la nueva guerra contra el imperio otomano, fuerza que actúa en una pequeña escaramuza en torno a las aguas de la isla de Corfú, es testimonial. Las armadas mediterráneas de la Monarquía ya no están defendiendo a la cristiandad. Según Thompson, en 1621 se reorganizaron las Galeras, fijando su número de 21 a 12, predominando este último y llevando cada una 128 soldados y 260 remeros, el doble que en el siglo XVI. A partir de la mitad del XVII, las Galeras fueron perdiendo poco a poco su posición privilegiada, hasta el punto de convertirse, según Thompson, en barcos auxiliares de las flotas. Durante el setecientos, las Galeras de España perdieron definitivamente su posición privilegiada de antaño, e incluso quedaron inactivas (MARCHENA, 29). Por lo que se refiere a nuestra investigación, la actividad de las Galeras de España se hizo en conjunción con las de Cerdeña (MORA CASADO), Génova, Nápoles y Sicilia, tanto por su repetida presencia en Cartagena y Mallorca como por el flujo de los ascensos de los oficiales más importantes, que de 76 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 139


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