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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

HISTORIAS DE LA MAR diferencias de detalle con otros subtipos, pero todos comparten un diseño optimizado para llevar una carga muy ligera, lo que hace que tengan relativamente poco calado, un elevado francobordo y el inconfundible aspecto de una señora embarazada. El primer buque metanero se estrenó en 1959, y solo era un asmático C1-M (un mercante estándar de la Segunda Guerra Mundial de 5.032 TPM) al que habían encajado cinco tanques no estructurales sobre un doble casco y un aislamiento de madera de balsa. Su genética y el hecho de que tuviera que ventilar el gas evaporado a la atmósfera sugieren que fue una apuesta arriesgada, pero, como no voló por los aires ni arruinó a sus armadores, en 1964 entraron en servicio los dos primeros metaneros construidos ex profeso, que tenían 27.400 m3 de capacidad y un diseño más sofisticado; pronto les siguieron otros cada vez mayores, y en 1970 ya había nueve buques de este tipo en servicio. En la primera mitad de los setenta se desarrollaron dos subtipos básicos, el Moss (de patente noruega) con tanques esféricos autoportantes y el de «membrana» (de patente francesa), con tanques prismáticos estructurales menos robustos, pero que acabaría imponiéndose por su mejor aprovechamiento del espacio. La Administración norteamericana no quiso perder el tren de esta tecnología, y a partir de 1970 avaló préstamos a los astilleros nacionales para construir este tipo de buques y permitirles entrar en el juego. Gas licuado Uno de los mayores suministradores de gas norteamericanos era El Paso Corporation, que en 1969 llevaba 41 años en el sector y tenía la sede en Houston; el contacto con el gas debió desarrollar el olfato de sus directivos, porque ese mismo año firmaron un contrato de suministro con Sonatrach (la empresa estatal argelina) de una magnitud sin precedentes. El acuerdo final estipulaba que Sonatrach suministraría algo más de 70.000 m3 diarios de gas licuado durante 25 años, que El Paso planeaba distribuir en su red de Estados Unidos a partir de 1974. Los beneficios potenciales eran enormes, pero la aventura implicaba construir una planta de licuefacción y una terminal de carga en Arzew, dos terminales de descarga en la costa Este y disponer de una flota de metaneros de unos 125.000 m3 de capacidad unitaria; El Paso decidió tener en propiedad y operar nueve de estos buques, y aunque el Gobierno Federal avaló la construcción de dieciséis, esta cifra no incluía los tres de membrana que El Paso ya había encargado previamente en Francia. De los construidos en Norteamérica diez eran tipo Moss, y los seis restantes (que eran para El Paso) incluían tres de membrana y otros tres con un nuevo sistema que resultó un fiasco e hizo que los buques no llegaran a entregarse. Nuestro protagonista era el cabeza de serie de los tres franceses, y le pusieron la quilla en octubre de 1973; ocho meses después lo botaron, y cuando finalizó su construcción en 66 Enero-feb.


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