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Revista de Historia Militar 123

DE GRANADA A PAVÍA. LA EVOLUCIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL... 193 Requesens y un reducido ejército. Logró atraer al duque de Montpensier que le buscaba desorientado, mientras el rey entraba en Nápoles al frente de las tropas del marqués de Pescara que Fernández de Córdoba le había cedido. El señor de Aubigny, creyendo tener arrinconado al español, envió a Precy a Nápoles para reforzar al duque de Montpensier. El duque regresó a Nápoles, pero una vez allí se vio obligado a encerrarse en los fuertes de la ciudad por el acoso del pueblo sublevado, las tropas de Fernando II y la escuadra española de Requesens. Encerrado en los fuertes, pactó entregarse si no recibía refuerzos en un plazo determinado, pero faltó a su palabra y logró escapar con 2.000 soldados a Salerno, donde se le unieron las fuerzas de Precy para pasar el invierno. Llegado a este punto y estando escaso de hombres y recursos, decidió pasar el invierno en Nicastro, dedicándose a reorganizar sus fuerzas, reforzadas con 1.000 bisoños gallegos mal vestidos y desarmados y con voluntarios partidarios del rey de Nápoles. 1496: Sitios de Atella y Ostia En febrero de 1496 Fernández de Córdoba ya con el dinero procedente de España, decidió comenzar sus operaciones. Se dirigió a Cosenza, de la que se apoderó tras tres vigorosos asaltos. En ese momento fue llamado por el rey Fernando II para acabar con las tropas de Montpensier y Precy, a las que había encerrado en la plaza de Atella. (recordemos que con el rey estaba el Marqués de Pescara). Al ponerse en camino, Fernández de Córdoba tuvo noticias de que Américo de San Severino, se había reunido en Lanio con un grupo de nobles angevinos pro-franceses para salirle al encuentro. Fernández de Córdoba quiso aprovechar esta oportunidad para acabar con los rebeldes. Hizo una marcha nocturna por sendas ásperas y montuosas, arrolló a los montañeses que guardaban los pasos y gargantas y sorprendió a los nobles al amanecer. Entró en la plaza y arrolló a los que acudían a la fortaleza, mató al jefe de la rebelión, Américo de San Severino e hizo prisioneros a doce barones y más de cien caballeros, que llevó presos al rey Fernando II. Reforzado con 500 hombres llegados de España y tras una rápida marcha de diecisiete días a través de territorio enemigo, Fernández de Córdoba se presentó ante los muros de Atella con tan solo 400 jinetes ligeros, 70 hombres de armas y 1.000 infantes escogidos. Le esperaban el rey Fernando II, César Borgia como Legado pontificio del Papa Alejandro VI y el duque de Mantua, general jefe de las tropas venecianas. Dentro de la ciudad de Atella se hallaba el virrey francés de Nápoles, el duque de Montpensier. Fernández de Córdoba redistribuyó las tropas de la Santa Liga. Se apoderó de Ripa Cándida, que estaba unida a la ciudad de Atella por un Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 193-232. ISSN: 0482-5748


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