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Revista de Historia Militar 123

196 JOSÉ ANTONIO PÉREZ GIMENA Reflexiones sobre la primera campaña de Italia La primera campaña de Italia fue la confirmación de Fernández de Córdoba como un gran general y el iniciador de la filosofía de combate de los futuros tercios. Hemos visto el uso de las ágiles marchas y contramarchas; el desgaste del ejército enemigo con continuos golpes de mano; la nueva utilización de una caballería con ataques y retrocesos; el aprovechamiento de los accidentes del terreno para el planteamiento de los combates; se introdujo los “rodeleros”, soldados armados de espada y dardo para combatir cuerpo a cuerpo a los piqueros enemigos introduciéndose debajo de sus picas; se introdujo también a los arcabuceros en una relación de 1 a 5 con el resto de soldados y el empleo de la artillería para rendir los cercos de las plazas. Todo ello fue conseguido gracias a la disciplina, cohesión y entrenamiento que dio a sus tropas Fernández de Córdoba. Muchos de esos “nuevos conceptos” ya habían sido utilizados en la guerra de Granada, siendo optimizados por el Gran Capitán. No obstante quedaba todavía un camino importante que andar hasta completar un ejército de la Edad Moderna. 2.4.2.- Segunda Campaña de Italia (1500-1504) Inicio de la guerra con Francia Entre 1498 y 1500, se habían desarrollado una serie de cambios dentro del escenario europeo. Se había disuelto la Santa Liga creada por España en 1494; muerto Carlos VIII de Francia, le había sucedido Luis XII con las misma ambiciones italianas pero dispuesto a no cometer el error de ponerse contra el papado. El nuevo rey de Francia se había entendió con Venecia para repartirse el Ducado de Milán y con el Papa Alejandro VI para luchar contra Nápoles. Firmada la paz con España, Luis XII invadió Milán, derrocó a Luis Sforza y se dispuso a marchar sobre Nápoles. Fernando el Católico no podía permitir tal proyecto y como no podía oponerse a él (en este caso el papado era un aliado del francés) decidió unirse y compartir la conquista, así que propuso al rey de Francia repartirse el reino entre los dos países. Luis XII aceptó. Según las estipulaciones del tratado, la parte norte de Nápoles se adjudicaba a Francia, mientras que la Calabria y la Pulla quedaba para España. Se alegaron dos excusas para justificar este reparto: La primera; que Don Fadrique había concertado una alianza con los turcos en contra del Papa, Francia y Venecia. La segunda; que el rey Fernando el Católico tenía más derechos dinásticos para la corona de Nápoles que Don Fadrique. El Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 196-232. ISSN: 0482-5748


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