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Revista de Historia Militar 123

DE GRANADA A PAVÍA. LA EVOLUCIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL... 229 Para concluir y siguiendo a Arozena Arregui: “Nos encontramos con que los cuatro aspirantes al honor de haber hecho prisionero a Francisco I, están provistos de sendos Privilegios imperiales y certificaciones reales que acreditan su participación en el hecho. Atenuado el valor demostrativo de estas fuentes por su vaguedad y por algunas contradicciones que se advierten en su cotejo, la conclusión que se deriva de su estudio es, que tanto Diego de Ávila, como Alonso Pita, Juan de Urbieta y don Juan de Aldana, participaron en algún grado en la aprehensión del Rey de Francia”. La relación de los Capitanes y la narración de Pita son evidentemente parciales, ya que se concentran en unas mismas personas las funciones de juez y parte, en tanto que la crónica de Oznayo no parece sospechosa. Si se acepta el texto de Oznayo, seguido por tantos historiadores, tendríamos que atribuir “cierta” prioridad a Juan de Urbieta en el honor de la prisión de Francisco I de Francia en la batalla de Pavía. No chocó en el ambiente de la época, instruido en la importancia del suceso, que el “gizón de Abillats” se transformase en Caballero santiaguista, Capitán y Continuo de S. M., y blasonase los lienzos de su casa solar con un escudo en el que figuraba “una campo verde, y junto al campo, el río Tesino pintado con las ondas de la mar, y por encima del río, un campo blanco, y en el campo verde, debajo, un medio caballo blanco, en el pecho una flor de lis con su corona y el freno y riendas coloradas y la rienda caída al suelo, y más un brazo armado con su estoque alzado arriba”. De todas formas, como apunta muy juiciosamente Arocena Arregui, la gloria de esta hazaña, sea para quien sea, fue una “gloria de lotería”. 3.3.- Consecuencias de la batalla En un somero análisis de lo relatado podemos observar la decisiva contribución al éxito que tuvieron los infantes españoles y muy especialmente su arcabucería, cuya labor fue resaltada por el Virrey de Nápoles al darle al Emperador cuenta del suceso. El resultado fue que la infantería imperial, además de como señala Quatrefagues “los grandes errores franceses”, impuso su nueva ley de combate, demostrando que también podía vencer, como en la Bicoca a los suizos y a la conjunción de caballería-artillería que preconizaba Francia. Ambas batallas demostraron la superioridad táctica y organizativa de una infantería que era decisoria y “cuyas virtudes y capacidad la hicieron ser durante siglo y medio el soporte del imperio español”.36 36  MAS CHAO, Andrés: La Infantería en torno al siglo de oro. Madrid, 1994. Pág. 192. Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 229-232. ISSN: 0482-5748


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