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EJERCITO TIERRA 928

Posición de Tifaruin. Las cruces blancas marcan el lugar donde se estrellaron Boy y Baeza. Colección Pando perder la paciencia. A sus 44 años, Alfredo Kindelán Duany mandaba, por fidelidad a su vocación y riesgos asumidos: el 5 de junio al dirigir el bombardeo de sus escuadrillas para socorrer a la sitiada Tizzi Assa. Fue herido en el cuello y un hombro por sendos fusilazos que a poco lo matan y su avión —un DH-9A—, acribillado. Kindelán ocupaba el asiento del observador, detrás del piloto, capitán Rafael Llorente. Al aterrizar en Taffersit, el de Havilland capotó. Kindelán, en intuitivo gesto, resguardó su columna cervical. Esa tarde de junio, en la que mataron a Valenzuela, Kindelán consumió tres de las siete vidas que a todo aviador metido en guerras se le conceden. Cuando Kindelán daba por perdido día fatigoso y humanitario propósito, vio venir a varios «flamencos» de los que ejercieron mando en Tifaruin. Indicaciones precisas le dieron y hacia el tétrico lugar partió con su sección de sepultureros y dos féretros a estrenar. En un barranco, a menos de 300 m de Tifaruin, descubrieron 6  /  Revista Ejército nº 928 • julio/agosto 2018 los restos del DH-9A y sus tripulantes. Kindelán comprobó, en el cadáver del piloto, los disparos que acabaron con su vida. Unidos en la muerte como lo estuvieron en su heroico desplante ante el enemigo, allí yacían Boy y Baeza, ennegrecidos pero reconocibles: ninguna mutilación a la vista. Regresados a Melilla, cedieron aquellos honrosos despojos a manos forenses para su rehabilitación. Transcurrieron ocho días y tierra española cubrió sus restos. Un telegrama lo confirma, cuyo texto, dirigido por Kindelán al coronel jefe (Jorge Soriano) del Servicio de Aviación, dice así: Hoy (2 de septiembre) tuvimos triste consuelo enterrar en sagrado cuerpos quemados pero no mutilados capitanes BOY y BAEZA (mayúsculas en el original), el primero murió en el aire (sic) y el segundo en la caída violenta. Lo que tengo el sentimiento de trasladar a V.E. para su conocimiento y efectos. JEFE QUE NO SE CANSA DE PEDIR JUSTICIA PARA LOS CAÍDOS POR CAUSA JUSTA El 25 de agosto, Kindelán llamó a su secretario, capitán Pérez Seoane, para dictarle un escrito para el comandante general de Melilla, Enrique Marzo Balaguer. Kindelán precisaba aquellos artículos que se ajustaban a los méritos de Boy y Baeza: «casos 1º y 3º del Art. 53; el 12º del Art. 51; el 9º del Art. 49». Y prevenía: Aun cuando en la letra de los mencionados puede haber pequeños detalles por cumplir, como el caso 1º del Art. 58, que señala como condición siempre que regrese con el aparato, no cabe duda que el legislador no pudo tener la pretensión de que ningún piloto, sobreponiéndose a la ley natural de la muerte recibida gloriosamente, regrese con su aparato después de muerto. V.E. resolverá lo que estime en justicia. Kindelán dictó segunda petición al general Marzo en favor de Salgado y Vilas. El peticionario relataba la odisea de ambos, cuyos


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