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EJERCITO TIERRA 928

Alfredo Kindelán, ya ascendido a general. Él fue quien solicitó el inicio de los procedimientos de la Laureada para los pilotos fallecidos El 19 de mayo de 1926, la Orden General del Ejército de África publicaba amplio extracto con las declaraciones de quienes testificaron a favor de Salgado o se abstuvieron ante las preguntas del instructor   7 méritos estimaba ajustados a «los casos 1º y 5º del Art. 58 del Reglamento ». Y concluía: Acude a V.E. en súplica de que se digne disponer, si lo estima de justicia, la apertura de Juicio Contradictorio. La Orden General del 29 de agosto comunicaba el inicio del procedimiento. DE TODAS PARTES ACUDIERON A TESTIFICAR CUANTOS LES DEBÍAN VIDA Y FAMILIA El 19 de mayo de 1926, la Orden General del Ejército de África publicaba amplio extracto con las declaraciones de quienes testificaron a favor de Salgado o se abstuvieron ante las preguntas del instructor, teniente coronel Zoilo Espejo Rodríguez, 53 años, juez de la Comandancia de Melilla, quien iniciase tales diligencias el 17 de mayo de 1925. Los declarantes fueron 35: dos generales de brigada; tres tenientes coroneles; tres comandantes; dieciocho capitanes, seis tenientes, un alférez, un capellán y un suboficial. La transcripción de tales declaraciones, ocupa seis páginas mecanografiadas a un solo espacio. Suman 358 líneas. Los testimonios calcan descripciones tácticas y enaltecimientos, que ponen al descubierto la «comodidad» de los mecanógrafos al repetir conceptos tales como «bizarro», «bizarría» y «bizarramente; horroroso pronombre. Todo ello complicó el esclarecimiento entre lo cierto y lo mezquino, por cuanto no pocos, siendo testigos de aquella hazaña, optaron por la vaguedad. Forzoso fue recurrir a los Anuarios y al repaso de los juicios de Salgado y Vilas, por separado, según la Orden General del Ejército de África de 12 de mayo de 1925. Los errores no mermaron, sino que aumentaron. Los fallos se sucedían al equivocar los apellidos; no incluir el segundo apellido y prescindir del nombre de pila. Se habla del «capitán Barcia», cuando su identidad era José Barcia Eleicegui y su rango comandante médico; se cita al comandante «Canellas» sin su nombre ni segundo apellido, y al buscarlo en el Anuario de 1925 aparece el declarante: Manuel Canella Tapias, comandante del Tercio, 47 años. Y se menciona al capitán «Robles azos», cuando su filiación era Ramón Robles Pazos; se habla del voto favorable del «capitán Rodríguez», cuando había tres declarantes cuyo primer apellido era «Rodríguez», hasta encontrar al capitán de EM Manuel Rodríguez Pavón, quien elogiaba la actuación de Salgado y Vilas, considerándoles dignos de la Laureada; se citaba al capitán médico «Don Alano erezo», cuando se trataba de Atilano Cerezos Abad, el cual, pese a considerar «bizarra en extremo» (sic) la conducta de Salgado, fue de los que se abstuvo. Incluso se mencionaba al «coronel… vaya usted a saber», porque apellido ninguno se le anexó y su nombre de pila también voló. Declaración ignorada por el Tribunal fue el testimonio del teniente piloto Antonio Munáiz Brea, quién precisó la identidad del primer observador —teniente Antonio Pérez Marín— de Salgado en su primera salida hacia Tifaruin; ni el porqué del ofrecimiento


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