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LA CONFERENCIA SOBRE LIMITACIÓN DE ARMAMENTO DE WASHINGTON... vo norteamericano era, primero igualar y, luego, superar a la flota británica. La Correspondencia Militar era explícita sobre el particular: «… preparan los Estados Unidos otra flota, que dentro de poco excederá en poder militar a la que hoy es reina de los mares. El número de acorazados viene en función de la riqueza y ya no es la Gran Bretaña el país más rico del globo» (15). Japón, por su parte, había iniciado en 1916 el programa «8-8», es decir la construcción de ocho acorazados y ocho cruceros de batalla, que deberían estar terminados antes antes de finalizar 1927. Los acorazados Nagato y Mutsu ya estaban en construcción en 1918 (16). Ante el enorme reto planteado para conservar la primacía naval, el Reino Unido no tuvo otra alternativa que aceptar el desafío y embarcarse en un nuevo programa de armamentos marítimos (17). Así las cosas, en 1921 las tres naciones estaban envueltas en una carrera de armamentos navales muy cara y que por añadidura mostraba todos los signos de estar entrando en una espiral terriblemente peligrosa. El periódico La Voz informaba del problema en los siguientes términos: «Resulta de lo expuesto que Inglaterra, los Estados Unidos y el Japón han entablado una competencia de armamentos mucho más loca que la que hubo entre Inglaterra y Alemania en 1914. He ahí, pues, un peligro para la paz mundial» (18). En 1924, Carlos Pereira escribía lo siguiente acerca de lo que habría pasado si la carrera de armamentos navales no hubiera sido regulada: «La marina de las tres grandes potencias ―teniendo en cuenta únicamente las grandes unidades en plena utilización― hubiera sido: Estados Unidos 815.467 toneladas, Gran Bretaña 447.469 toneladas y Japón 400.808 toneladas» (19). Recién salidos de los sufrimientos generados por la larga y costosa guerra mundial, los británicos se mostraron reacios a financiar la construcción de nuevos buques de guerra. Por su parte, el partido republicano norteamericano había conseguido que Estados Unidos no ratificara el tratado de Versalles ni entrara a formar parte de la Sociedad de Naciones, «pero tenía necesidad de contrarrestar esta actitud con otra que fuese también pacifista» y contentar así a la opinión pública, entre la que se había hecho muy popular la idea del desarme. Mientras, en Japón, la oposición y las asociaciones industriales habían iniciado una campaña en contra de los gastos militares, que «descuida n las obras sociales y el estímulo a la producción» (20). (15)  «La escisión entre gobernantes y gobernados», en La Correspondencia Militar, 14 de junio de 1921. (16)  «El problema del Pacífico», en Revista General de Marina, t. LxxxIx (septiembre 1921) p. 413; información sobre ambos acorazados y su armamento, en «El armamento de las bases navales», La Correspondencia Militar, 30 de mayo de 1921, y «La flota japonesa», El Globo, 8 de junio de 1921. (17)  «Fuerza naval de Estados Unidos, Inglaterra y Japón», en Revista General de Marina, t. LxxxIx (noviembre de 1921), pp. 701-710. (18)  La Voz, 29 de octubre de 1921. (19)  PEREIRA, Carlos: «El Desarme de Japón», en España. Semanario de la Vida Nacional, núm. 302 (7 de enero de 1922), p. 11. (20)  «Japón y los armamentos», en El Sol, 17 de marzo de 1921. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 13


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