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DAVID RUBIO MÁRQUEZ Un segundo motivo era la rivalidad norteamericana con Japón. Esta encerraba «tal gravedad que de no sobrevenir una inteligencia cordial entre el Japón y los Estados Unidos nos conducirá en un plazo muy breve a otra gran guerra» (21). El rotativo norteamericano Chicago Tribune publicaba el 18 de febrero de 1921 que «la guerra es inevitable si los japoneses no bajan el tono». Estados Unidos, que en opinión de Juan Pablo Fusi practicaba una política de contención y equilibrio en Asia, se sentía amenazado por los japoneses. En primer lugar, por la emigración nipona, para contener la cual se tomaron medidas en los estados de California, Oregón, Washington, Nuevo México y Texas, medidas que provocaron un sentimiento de humillación en los japoneses al verse tratados como «peligro amarillo». En segundo lugar, también era vista como una amenaza la expansión japonesa en el océano Pacífico y China. El principal objetivo de Japón al participar en la Gran Guerra había sido la conquista de las posesiones alemanas del Pacífico: las islas Marshall, las Marianas, las Carolinas y Palaos. Convertidas en mandatos, Japón las retuvo en la conferencia de paz de Versalles, de 1919. Estas islas, donde Japón había mejorado sus posiciones comerciales a expensas de Alemania, tenían una importancia de primer orden para Estados Unidos, habida cuenta que, si pasaban a sus manos, le darían automáticamente el control de más de la mitad del océano Pacífico. Por otro lado, los archipiélagos ocupados por Japón eran escalas naturales en la ruta Hawái-Filipinas y, pudiendo convertirse en bases para submarinos u otras fuerzas hostiles, la Marina norteamericana mostró su lógica preocupación. En caso de conflicto bélico, Filipinas y Guam caerían en manos japonesas pues la US Navy, dividida entre el Atlántico y el Pacífico, no podría acudir con la celeridad necesaria en su auxilio (22). Así las cosas, para los norteamericanos era de vital importancia el control de la isla de Yap (en el archipiélago de las Carolinas), nudo de conexiones de cables telegráficos. El rotativo La Correspondencia de España lo expresaba de forma nítida: «Si los americanos hubieran podido apoderarse de Yap, serían los dueños de todas las comunicaciones telegráficas a través del Pacífico. Pero se les han adelantado» (23). Estados Unidos y Japón llegaron a un acuerdo sobre la isla en diciembre de 1921, el cual fue ratificado el 11 de febrero de 1922. Los japoneses se comprometían a no utilizarla como base aeronaval y a (21)  Ibídem; GUIxé, Juan: «Nueva fase internacional. Inglaterra, Estados Unidos y el Japón», en El Heraldo de Madrid, 21 de julio de 1921. El periodista resumía los enfrentamientos entre la potencia americana y la asiática en los siguientes puntos: la estación telegráfica de la isla de Yap; los derechos japoneses en China, que Estados Unidos se negaba a reconocer, y la política japonesa en Manchuria y Mongolia, contraria a la de «puertas abiertas» propugnada por los norteamericanos. (22)  «Cambio de la situación naval del Pacífico debido a la guerra mundial», en Revista General de Marina, t. LxxxIx (noviembre 1921) p. 673. (23)  «En medio del Pacífico. La isla de Yap», en La Correspondencia de España, 29 de diciembre de 1921. 14 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 141


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