Otros dos permanecen en el hangar de Getafe pendientes de la llegada de repuestos. A pesar de la merma del número de aviones, el Ala 35 cumple «con la operatividad media que exige el mando, ocho aviones, incluso nueve», destaca el teniente coronel Letellier. «La rutina no existe en el Ala 35», presume uno de sus pilotos, el capitán Calleja. «Volar aquí es una aventura. Esta es la mejor unidad del Ejército del Aire que existe para formar a un piloto», apostilla el capitán Román. «Tenemos una vida operativa muy intensa, cargada de responsabilidad », concluye. Aquella responsabilidad que asumía, a finales de septiembre, el comandante Manjón durante el traslado de un herido, aunque fuera simulado, en un C-295 medicalizado. «El vuelo es la fase más complicada de una operación de este tipo», sobre todo en zona de operaciones, cuando el avión se ve obligado a realizar movimientos erráticos, de evasión, debido al ambiente no permisivo en el que se desenvuelve. «Son vuelos agresivos», dice, en contraste con los «más tranquilos cuando trasladamos a un paciente crítico aquí, en territorio nacional». Su experiencia de más de 4.000 horas de vuelo, le permite encontrar el justo equilibrio entre la urgencia y la seguridad. J.L. Expósito Fotos: Pepe Díaz Arriba, los pilotos realizan la comprobación prevuelo del avión. Debajo, dos mécanicos de mantenimiento de aeronaves trabajan en el hangar para su puesta a punto. Octubre 2018 Revista Española de Defensa 33
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