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El ejemplo de meganeura, que es probable que en cierto momento fuese el único insecto que vivía en la Tierra, nos confirma que los primeros insectos terrestres salieron del agua (o sea, directa o indirectamente de la mar) y que poco han variado en el transcurso de millones de años, excepto en tamaño y en que una mayoría pudo librarse de la servidumbre de tener que volver al agua para reproducirse y se hicieron definitivamente terrestres. por eso, la vida y aspecto de las libélulas actuales es un calco de meganeura, con idéntica fase larvaria branquial en el agua y tráqueas en la adulta; pero también en el Carbonífero encontramos fósiles de insectos permanentemente terrestres, cuyas formas se han conservado hasta nuestros días: saltamontes, efímeras, mariposas y polillas, moscas y mosquitos se encuentran en RUMBO A LA VIDA MARINA En la foto del autor puede observarse una hembra de libélula actual que, ayudada por su macho, está poniendo huevos dentro del agua, de los cuales nacerán una larvas, las náyades, que respirando por branquias repetirán la historia de la meganeura, que no terminó de ser un animal totalmente terrestre pero que tampoco perteneció por completo al agua: ¿bichos de transición? Obsérvense los tres tagmas típicos del insecto: cabeza, tórax y abdomen. varios yacimientos fosilíferos españoles, y la cucaracha extinta Phylloblata, de la que las actuales son prácticamente un trasunto, ha sido datada en 300 millones de años en un fósil del Carbonífero portugués. El actual escorpión es otro fósil viviente que conserva los caracteres ancestrales de los artrópodos marinos. ¿A que se parece mucho a un bogavante?, ¿tanto como un centollo a una araña? pues no es una casualidad. La tráquea también presentaba problemas, claro. En los principios del Carbonífero los artrópodos terrestres dominaron en la Tierra porque cada vez se hacían más grandes, ya que el ambiente, tan oxigenado y repleto de recursos alimentarios, así lo favorecía. y por estas razones, el paisaje pantanoso se llenó de insectos gigantes, además de las enormes arañas y los fenomenales escorpiones terrestres, grandes pero solo hasta un límite, pues ellos mismos desaparecieron víctimas de su gigantismo para recuperar en el pérmico, hace 230 millones de años, el tamaño normal que hoy tienen sus sucesores, que 518 Octubre


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