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Gaspar Melchor de Jovellanos. Obra de Farncisco de Goya 37 Rodrigo para, llegado el caso parlamentar con Pelayo, como así fue, aunque obviamente con resultado negativo. A la altura del monte Auseva el valle, de pronto, se cierra y convierte en angostura; no hay espacio para variar el despliegue y hay que seguir en columna hasta que, a la vuelta de un recodo, se encuentran bajo la cueva en la que Pelayo, con 300 hombres (la cifra, aportada por las crónicas cristianas, recuerda mucho a Leónidas en las Termópilas, pues la de Alfonso III cuantifica en unos exageradísimos 187 000 a los atacantes), espera a los mahometanos. Las flechas y piedras de arqueros rebotan contra la muralla y, súbitamente, el grueso de los hombres del caudillo, emboscados en la espesura del monte valle abajo, caen en medio de la columna enemiga rompiéndola y provocando el pánico, de modo que la retaguardia vuelve grupas y huye hacia Cangas. Es el momento que elige Pelayo para caer sobre la vanguardia, donde se encuentran Al Qama y Oppas. También aquí cunde el desconcierto y los más huyen hacía el camino de los puertos (la actual carretera de los lagos) dejando a Al Qama muerto y al obispo prisionero. Los huidos hacia Cangas, diezmados, pues es sabido que las poblaciones por donde pasan las tropas desbandadas suelen cebarse en ellas, llegarían a Gijón con las nefastas noticias y pusieron al escape a Munuza y su guarnición, que también serían copados y aniquilados cuando intentaban ganar las alturas del Camino de la Mesa, algunos días después. El resto de la vanguardia sarracena fue alcanzada por los hombres de Pelayo en el tramo conocido aún hoy como la Huesera (de extremada dificultad ciclista para los aficionados a este deporte que suben a los lagos). Después, los sobrevivientes vagarían entre ímprobas dificultades por los picos, pues no contaban con guías para llegar a Cosgaya, en la Liébana, donde algunas crónicas los llevan a perecer bajo un argayo fortuito y otras, más leyenda que crónica, dicen que perecieron a manos de Gaudosia, mujer de Pelayo, que se encontraría a resguardo en aquellas partes con las mujeres y una pequeña guarnición. «Tras la victoria de Covadonga, Pelayo ya no es caudillo; es aclamado rey y asienta su capital en Cangas de Onís» Tras la victoria Pelayo ya no es caudillo; es aclamado rey y asienta su capital en Cangas de Onís, donde muere tras 19 años de reinado. LA RESILIENCIA ASTURIANA Y SU IMPORTANCIA PARA EL RESTO DE ESPAÑA El hecho de que la capital asturiana se mantuviese en Cangas durante mucho tiempo, hasta que Silo la mueve a Pravia, más de cincuenta años después, da cuenta de la precariedad del reino, expuesto a ser arrasado por un adecuado ejército cordobés; pero allí, en al-Ándalus, las cosas de palacio iban torcidas y las guerras internas no darán tregua durante un largo período de años que empieza después de la expedición de Anbasa a la Galia y que vacía las guarniciones musulmanas de Galicia, que queda desguarnecida. En Asturias es elegido7 Favila, hijo de Pelayo, que morirá a los dos años


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