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Enero 2019 Revista Española de Defensa 33 Archivo General Militar y Hélène Gicquel estudiantes parten hacia Andalucía dando escolta a la Junta Suprema de Defensa, haciendo su entrada triunfal en Sevilla el día 3 de enero de 1809 y acuartelándose en el antiguo convento de los Padres Franciscanos. La Ley de Bases para la Reorganización del Ejército, de 29 de junio de 1918, es la que cita por primera vez, con la denominación de Oficialidad de Complemento, a los cuadros de mando subalternos que, con una instrucción militar básica y apoyada en su formación académica civil, pudieran complementar a la oficialidad profesional. Se promulgó en el turno de presidencia de Antonio Maura, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, era preciso formar cuadros de mando con eficacia y rapidez con el fin de tener un Ejército más numeroso y preparado. Además, en esta ley se contemplaba también, como novedad, la conveniencia de destinar a los oficiales según sus titulaciones civiles que se relacionaran con cometidos útiles para la defensa. Posteriormente, la Guerra Civil trajo como consecuencia la movilización de gran parte de la población. Se planteó formar cuadros de mando para el personal movilizado; así se desarrolló, en el ejército Nacional, el Decreto 94, que reguló la figura de los Oficiales de Complemento, que se popularizaron con el nombre de «provisionales». Hubo un total de 30.000 oficiales con los empleos de alférez, teniente y capitán. Por el ejército Republicano se creó una figura similar a los «provisionales», los llamados Oficiales en Campaña y Oficiales de Milicias Populares, 13.000 y 10.000 oficiales respectivamente, con los empleos de teniente y capitán. Acabada la Guerra Civil, en 1941 se instauró el servicio militar obligatorio y, como parte del reclutamiento, se conforma de nuevo la Milicia Universitaria (con oficiales y suboficiales «provisionales »). Desde entonces, los militares de complemento han tenido distintas denominaciones: Milicias Universitarias, también conocidas como IPS (Instrucción Premilitar Superior), hasta 1972; IMEC (Instrucción Militar para la Escala de Complemento), entre ese año y 1992; SEFOCUMA (Servicio de Formación de Cuadros de Mando) hasta 2001 y, a partir de ese año, nuevamente Oficiales de Complemento. En estos 100 años han participado en todos los conflictos que ha librado España y se han hecho acreedores de más de 5.200 recompensas militares: seis Laureadas de San Fernando, 60 Medallas Militares Individuales, 1.756 Cruces al Mérito con Distintivo Rojo y hasta 57 Cruces de Hierro, de los componentes de la División Azul. Pero sobre todo hay que recordar a los más de 350 militares de complemento que han dado su vida por España. Desde el alférez Ramón Ingunza derribado en 1925 por los rebeldes rifeños mientras pilotaba su avión en una arriesgada misión de bombardeo a baja altura de las posiciones enemigas, en el conflicto del norte de África, hasta la teniente Carmen Ortega, fallecida en accidente de helicóptero en 2014, en el océano Atlántico, cuando se entrenaba para salvar vidas de noche y a más de 70 Km de la costa de Gran Canaria. En este siglo de historia, en toda clase de operaciones y conflictos, los militares de complemento han servido a España aportando la fusión de las mejores virtudes de la universidad y de las Fuerzas Armadas. n Las Fuerzas Armadas cuentan hoy con 1.074 oficiales de complemento


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