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BROTAN LAS AMAPOLAS: POESÍA BRITÁNICA DE TRINCHERA… 101 III.1915: UNA MUERTE EN GALLÍPOLI… Y CIENTOS DE MILES MÁS Muy al contrario que Isaac Rosenberg, Rupert C. Brooke nació en Rugby, Warwickshire, 1887, en el seno de una familia acomodada. Tras viajar por Europa durante su juventud para acumular vivencias, amoríos y conocimientos, ingresó en el King’s College de Cambridge, donde entraría en contacto con la intelectualidad de la época, que le acogió con entusiasmo tanto por su talento literario como por su belleza: “Es el hombre más guapo de Inglaterra” diría de él Yeats, el gran poeta irlandés. Virginia Woolf, por su parte, alabó en él su apostura y su refinada cultura, regalándole con su amis-tad. Perteneciente al Círculo de Bloomsbury, Brooke ya había publicado obra antes de la guerra, gozando de celebridad y prestigio (no en vano, fue incluido en la célebre obra Georgian Poetry, una famosa antología anterior a la guerra conteniendo composiciones de los que entonces eran considerados mejores poetas del país). Lo cierto es que la poesía inglesa estaba en plena ebullición antes de que resonaran los cañones de agosto en 1914. Por un lado, el público de entonces –sin radio, televisión ni, por supuesto, internet- devoraba los folletines que, a la manera francesa, acompañaban a los periódicos: junto a estas piezas narrativas figuraban también versos debidos a firmas consagra-das –los mencionados Tennyson y Yeats, Rudyard Kipling, Chesterton- o a principiantes que buscaban hacerse un hueco en la república de las letras. Dos escuelas antagónicas copaban con sus trabajos por aquel entonces las librerías de Londres y otras ciudades: por un lado, el movimiento deno-minado Imagism, cuyos componentes alardeaban de emplear siempre “la palabra exacta, no la palabra casi-exacta”, buscando en sus descripciones la precisión con preferencia sobre cualquier tipo de divagación, pero con absoluta libertad para tratar cualquier tema, sacrificando para ello incluso la rima (emplearon normalmente el verso libre). Por otro lado, el Georgian movement –al que hemos visto pertenecía Brooke-, menos dogmático en sus aspiraciones, estaba compuesto por autores que se sentían herederos de la poesía victoriana, pero no encorsetados por el canon tradicional y atrevién-dose también a innovar tanto en la forma como en el fondo. La guerra termi-naría por fundir ambos movimientos en uno o, mejor dicho, en muchos, pues tras ella se impondrían modelos vanguardistas en los que la poesía romperá definitivamente con cualquier molde tradicional. Tras viajar por Estados Unidos, Canadá y los Mares del Sur, en una na-vegación a lo Robert L. Stevenson que le fascinaría, Rupert Brooke volvió a su patria para acudir también a la llamada de Kitchener, marchando recomendado a la Royal Naval Division (Hood Batallion), con la que participaría en la expe- Revista de Historia Militar, 124 (2018), pp. 101-128. ISSN: 0482-5748


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