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HIISTORIIA PARACAIIDIISTA instante, no hice mucho caso, pero me hizo mirar hacia abajo, hacia mi pierna. Aquel bonito brillo del sol se reflejó sobre el cable que me estaba haciendo sentir esa tensión. Observé como el destello del brillo iba a toda velocidad por lo largo del cable y en ese momento me paré. Mi cabeza de algún modo percibía peligro, aunque sabía realmente lo que pasaba. Grité a mi teniente: ¡Tengo un cable! ¡Estoy viendo un cable! No insinué que se tratase de una mina –aunque mi cabeza de alguna manera lo pensara–, pero así lo grité. Foto: blog generaldavila.com 108 Foto superior: el Sgto. Delgado a bordo del TA “Castilla” rumbo a Bosnia Foto inferior: el comandante Coloma informa a COMFAR del fin de los trabajos de rescate Dijo las palabras que no me quería creer desde que vi el cable: ¡Quieto! ¡Es una mina! Supongo que al Tte. Aguado le pasó como a mí. No quiso pensar que era ese tipo de peligro. Al instante él alertó mi cabeza, y la suya, y dijo las palabras que no me quería creer desde que vi el cable: ¡Quieto! ¡Es una mina! ¡Uf! Me quedé perplejo, completamente paralizado y sentía como por mi cuerpo iba fluyendo la adrenalina a altos niveles o yo que sé que me pasaba…, pero estaba en un estado entre nervioso, excitado, alertado e incómodo. El teniente mandó retirarse a todos mis compañeros que estaban en la carretera apoyando los trabajos; nos quedamos solos, él y yo. Me iba diciendo: Mira el cable y síguelo, a ver si puedes ver la mina. Pero el cable se perdía entre la vegetación de la base de un pequeño árbol y no podía llegar a verla. Continuó diciendo: Sube despacio y cuidado con las piedras. Yo pensaba que si alguna piedra rodaba, se podría llevar el cable y activar la mina. Así que, medio agaché mi cuerpo, a medida que mis temores se acrecentaban mientras subía. Por fin llegué arriba, a la carretera. En parte, mi cuerpo se relajó; en parte, seguía temblando. Se estableció una especie de turno –sorteo–, para ver quién era el que bajaba a reconocer y retirar esa mina. Recuerdo que conmigo no se contó. Hecho que me molestó, porque el cable lo descubrí yo y me hubiera gustado quitarlo, aunque yo no fuese el más indicado por las circunstancias vividas. Finalmente bajaron el teniente y el Sgto. 1.º Mantecón. Era obvio que lo hiciesen ellos por el grado de experiencia de ambos. Mientras trabajaban en la desactivación de la mina, el resto permanecíamos protegidos con los vehículos en la carretera, con los dedos cruzados, aunque no fueran las primeras minas con las que nos topábamos. Los trabajos de recuperación del vehículo habían cesado. Nos íbamos enterando de cómo iban las cosas y llegó la noticia de que no era una mina de tracción solamente, sino dos. Una de los extremos del cable se unía a otro que cruzaba con diferente ángulo y terminaba en otra mina de tracción. Las neutralizaron, como Foto: blog ejercitotierra.wordpress.com


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