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RAFAEL CANTERO BONILLA Lo cierto es que ni Leyva ni Recalde pudieron cumplir con su deseo de contarle al rey en persona las situaciones vividas durante la empresa. Leyva falleció en el Mar del Norte, y Recalde, con tantas heridas en el cuerpo como en el alma, acabó su vida postrado en el monasterio al que se retiró pocos días después (el 23 de octubre) de arribar a La Coruña. El hecho de que ni Leyva ni Recalde despacharan con el rey para trasladarle sus impresiones acerca de lo ocurrido tal vez favoreció la situación de Medina Sidonia. Los capitanes interrogados posteriormente culparon a Diego Flores Valdés, el consejero naval del duque, de las malas decisiones tomadas. Él fue el único oficial declarado culpable y el auténtico chivo expiatorio del desastre. Fue detenido y encarcelado. La circunstancia de que Flores fuera considerado el culpable del desastre parece indicar que Leyva y Recalde, pese a no poder defender sus posiciones ante el rey, salvaron su honra y su honor. ANEXO «Todo esto he visto, aunque creo que fuera mejor no haberlo visto, según lo que duele». Esta fue la frase que Felipe II anotó en el margen de uno de los documentos que Recalde le había hecho llegar por medio del secretario de Asuntos Extranjeros, Idiáquez, a mediados de octubre tras desembarcar en La Coruña. En ellos narraba lo acontecido en la empresa de Inglaterra y recogía recomendaciones acerca de cómo se debería actuar en un futuro. El rey mostraba así su desolación por el fracaso de su gran empresa. Pero, además de los argumentos expuestos por el almirante que el rey pudo conocer, Felipe II debería haber conocido las impresiones de Leyva, ya que Recalde afirmaba portar, entre los documentos entregados, unas cartas de don Alonso. Existen dos cartas hológrafas de Leyva cuyo destinatario, con seguridad, era Recalde. Aparecen transcritas en La batalla del Mar Océano, codificadas como documentos 6113 y 6170. Deberían haberse encontrado entre los documentos que Recalde envió al rey –así lo notificaba el almirante en el escrito introductorio que presentaba a Felipe II–. Allí debieran aparecer los billetes que él mismo escribió en alta mar, una carta exponiendo su parecer al rey acerca de los errores que se deberían subsanar en otra posible tentativa, el diario de un marinero de su galeón y unas cartas de don Alonso. Sin embargo, en los márgenes del documento introductorio original escrito por Recalde, Felipe II anotó «no sé si vinieron esas». Las cartas de Leyva del 12 y 17 de agosto no estaban entre la documentación que el secretario Idiáquez entregó a Felipe II. Por tanto, es muy probable que el rey no leyera las incriminatorias cartas que Leyva escribió en alta mar, ya que nunca se las entregaron. Leyva escribió a Recalde para comunicarle que iba a redactar una relación de todo lo ocurrido y le invitaba a que hiciera lo mismo. Leyva se comprometía a hablar por ambos en caso de regresar con vida y a defender su honor ante 32 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 143


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