Bibliografía INGENIEROS AERONÁUTICOS EN ESPAÑA. 90 AÑOS DE HISTORIA DE UNA TITULACIÓN Y SUS ESCUELAS. Rodrigo Martínez- Val y José Antonio Martínez Cabeza. Madrid: Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos, 2018. 278 páginas, 22 x 30,4 cm. ISBN: 978-84-09-05074-1 En 2018 se cumplieron noventa años de existencia en España de los estudios de ingeniería aeronáutica. Con ese motivo, los autores relatan historia de las sucesivas escuelas en las que se impartió la titulación. Al mismo tiempo, recorren las distintas etapas políticas y sociales de nuestro país y los desarrollos tecnológicos que fueron llevándose a cabo en cada una de las etapas, contemplándose la historia del sector aeroespacial en sus diversas facetas: industrial, aeroportuaria, de compañías aéreas, etc. La denominación «ingeniero », introducida en el campo militar durante el siglo XVI, fue luego asimilada por las grandes carreras técnicas. Según el modelo vigente en Francia, España y otros países, suponía la creación de unos cuerpos en la Administración del Estado, en los que se iban integrando todos o parte de los titulados para ejercer sus funciones en lo relativo a la ordenación, promoción y desarrollo de las actividades correspondientes. Así, en España surgieron sucesivamente las carreras de Caminos (1803), Minas (1835), Navales (1848), Industriales (1850), Agrónomos (1855), Telecomunicaciones (1856), etc. La aviación militar española se había creado en 1911, con la instalación de un aeródromo y una escuela de pilotos en Cuatro Vientos, donde habría de alojarse, años después, la primera escuela de Ingeniería Aeronáutica española. El Ministerio de Fomento, por Real Decreto de 1913, creó la Escuela Nacional de Aviación, con sede en Getafe. Cuatro años más tarde interrumpió sus enseñanzas (exclusivamente títulos de piloto), pasando a depender del Ministerio de la Guerra. Por Real Decreto de la Presidencia del Gobierno de septiembre de 1928 se crea la Escuela Superior Aeronáutica, que da origen a la ingeniería aeronáutica española. Se ubicó en las instalaciones de la actual Escuela de Técnicas de Mando, Control y Telecomunicaciones del Ejército del Aire (EMACOT). Con el paso del tiempo fue sucedida por la Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos, la Escuela Especial de Ingenieros Aeronáuticos, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos (ETSIA) y, finalmente, la actual Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (ETSIAE). Desde su origen en 1928, los estudios españoles de ingeniería aeronáutica se alejaron del modelo francés, imperante entonces en el resto de ingenierías españolas, ligado a la pertenencia a un cuerpo de funcionarios, y con gran peso de las enseñanzas teóricas, para adquirir cierta asimilación con el modelo anglosajón, más basado en la investigación y el contacto con la industria y la empresa privada. Desde sus comienzos, el plan de estudios contemplaba las materias fundamentales comunes a todas las carreras de ingenieros, junto con el dominio más completo posible de la aerodinámica y de las ciencias constructivas relacionadas con la navegación aérea. A través de varios decretos posteriores se establecen las materias propias de la carrera, como Aerodinámica, Estructuras, Sistemas, Aeropuertos, Navegación Aérea, etc. Se incorporaron alumnos poseedores de títulos de ingeniería aeronáutica de universidades extranjeras o ingenieros de otras carreras. La nueva escuela, frente al espíritu corporativo de las escuelas de ingenieros de la época, incorporó a su cuadro de profesores a especialistas de otras ramas no aeronáuticas, pero de interés para los planes de estudio de la Escuela, como Esteban Terradas, Julio Rey Pastor, Pedro Puig Adam, Julio Palacios Martínez, etc. Terminada la guerra, la Escuela Superior Aeronáutica reanudó durante unos meses sus actividades, pero fue sustituida en diciembre de ese mismo año 1939 por la Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos, dependiente del recién creado Ministerio del Aire, que recobraría su carácter civil diez años después junto con el resto de escuelas de arquitectura e ingeniería dentro del Ministerio de Educación Nacional. A lo largo del libro se relatan las diversas vicisitudes de la escuela de Madrid, que hasta 2002 fue la única existente en España en la que se impartían estos estudios, y que a lo largo de su existencia ha formado a unos 8000 ingenieros aeronáuticos. Teniendo siempre presente la extrema exigencia académica de los estudios, que hizo que muchos de los ingresados tuvieran que abandonarlos, se relata la evolución de la vida académica desde los inicios, pasando por la incorporación de la Escuela a la Universidad Politécnica de Madrid y los distintos procesos de adaptación a los sucesivos cambios en los planes educativos, el más importante, el de adaptación de estudios y departamentos al nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, el Plan Bolonia. Los autores de la obra elogian la trayectoria de la Escuela y su vinculación con el desarrollo tecnológico de la aviación española. Resaltan la influencia que los ingenieros aeronáuticos han ejercido como dinamizadores del crecimiento tecnológico en España por su función de liderazgo social. Sin embargo, lamentan que en la actualidad, a pesar de las elevadas notas de corte que se exigen, llegan a la Escuela alumnos con una preparación cada vez más deficiente, fruto de un nefasto sistema de enseñanza preuniversitaria. Concluyen afirmando que en la enseñanza de la ingeniería aeronáutica española hay que estimular todavía más la cooperación con la industria y la investigación para mejorar la calidad de la misma. Completan la obra diversos anexos, con los sucesivos planes de estudios, plantilla de catedráticos y número de titulados por escuelas y épocas. 224 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Marzo 2019
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