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cultura Al fondo, el espacio dedicado al homenaje. En primer plano, narraciones sobre el viaje, entre ellas, el libro bajo estas líneas de Antonio San Martín (Madrid, 1883). Recuerda también esta introducción la compra de material bélico que España hizo a la Rusia imperial una vez acabada la contienda contra Napoleón. En unas décadas, los Ejércitos y la Armada habían vivido el desastre de Trafalgar, una invasión, una guerra… Se encontraban en una situación complicada y se recurrió a la adquisición de material ruso, como el cañón, de los fondos de la institución isleña, adornado con el águila bicéfala imperial que se incluye en este bloque, pero que no comparte plataforma con los soberanos. La pieza artillera es, además, un anuncio del propio viaje del San Telmo, ya que uno de los cuatro buques de la División del Mar del Sur, el Alejandro I, fue otra de esas compras. Un modelo del malogrado navío es el gran protagonista de los primeros pasos de la expedición, que —como señaló Alicia Vallina— «tuvo problemas desde el principio». Entre ellos, cabe destacar la dificultad de encontrar a su comandante. Hubo más de una negativa a liderar la expedición, probablemente, por el mal Se exponen por primera vez los restos arqueológicos hallados en la Antártida aludir a años convulsos, el blanco de la Antártida para relatar el viaje y su posible destino final y, el negro, que abre un paréntesis —el de la tragedia y el homenaje— entre la desaparición del navío en el siglo XIX y las noticias que se han tenido después sobre él. La última, esta exposición, que «comenzó a gestarse el pasado año, cuando, por estas fechas, inaugurábamos la muestra sobre Guinea», confesó Vallina. TIEMPOS DE CRISPACIÓN Sobre el carmesí del marco histórico, resalta el blanco de las letras de su título y correspondiente explicación. Al lado, llaman la atención los retratos de Fernando VII y su segunda esposa Isabel de Braganza, presentes a modo de anfitriones de la cita con el San Telmo. Además, la zona está unos centímetros elevada sobre el resto de la sala, como si de un escenario se tratara o donde se hallarían los reales tronos de un palacio. Ambas pinturas pertenecen al Museo Nacional del Romanticismo (Madrid), una de las instituciones que participan en la muestra. También colaboran el Museo Naval de la capital de España; el Archivo General de Marina Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real) y la Universidad de Zaragoza. A ellos se suma la aportación particular del coronel de Infantería de Marina Miguel Aragón, que ofreció una charla complementaria a la muestra el pasado mayo. Los retratos sirven para llevar al espectador a los convulsos años que siguieron a la Guerra de la Independencia contra Francia (1808-1814), el regreso de Fernando VII y su vuelta al absolutismo, la derogación de las Cortes de Cádiz, las primeras aspiraciones independentistas de la América hispana… Julio/Agosto 2019 Revista Española de Defensa 61


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