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EL EJÉRCITO DE TIERRA EN TIEMPOS DE LA GRAN GUERRA... 17 dinamismo obedeció a la incidencia de las victorias prusianas sobre austríacos y franceses, pero luego da la sensación de que la necesidad de permanentes reformas que sentían todos ellos llegó a retroalimentarse incesantemente. Nunca antes ni después de este período los militares habían escrito tanto sobre el Ejército. De los cientos de títulos editados, de los miles de artículos aparecidos en los dos o tres periódicos militares que se publicaban a diario y en la docena de revistas profesionales mensuales, una notable proporción trataba de reformas. Sus autores comentaban, alababan o criticaban las propuestas por algún ministro y también desarrollaban variopintos proyectos o relataban experiencias reformistas en países extranjeros. Líderes y grupos políticos sumaron su voz a esta algarabía general. Manifiestos y programas incluían siempre un apartado para definir el modelo de Ejército preferido por cada uno de ellos y dedicaban varios párrafos a explicar qué cambios implantarían cuando llegaran al poder. En general, los partidos con posibilidades de gobernar prometían potenciar la fuerza armada y aumentar su presupuesto. Los extraparlamentarios, mucho más radicales, planteaban desde su sustitución por una milicia popular hasta la supresión del servicio militar. Durante el primer decenio del siglo, la atención estuvo centrada en la reforma del servicio militar, que finalmente se culminó en 1912, básicamente a causa de la muerte de decenas de soldados en Melilla y de los simultáneos disturbios acaecidos en Barcelona en julio de 1909. Resuelto este problema, el foco se desvió hacia cuestiones orgánicas, que el estallido de la guerra europea aconsejó posponer hasta poder incorporar las lecciones aprendidas. La incidencia de las Juntas de Defensa aceleró el proceso y entre 1917 y 1918 se sentaron las bases del Ejército que combatiría en la Guerra Civil. 1. LA UNIVERSALIZACIÓN DEL SERVICIO MILITAR (1890-1912) El sistema de reclutamiento instaurado por la Revolución Francesa, vigente en España desde 1812, proporcionaba cada año por sorteo un determinado cupo de hombres para reemplazar a los que se reintegraban a sus hogares una vez cumplida su contribución a la defensa del Estado. Los soldados permanecían en el cuartel durante ocho años —en realidad, solían reducirse para ahorrar costes— dispuestos a ejercer su función guerrera y quedaban libres de todo compromiso militar al licenciarse. El número de efectivos dependía de las disponibilidades presupuestarias y, en caso de guerra, se incrementaba el cupo o se demoraba la licencia. Pero no todos Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 17-44. ISSN: 0482-5748


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