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204 JUAN VELARDE FUERTES Por otro lado, Maura percibió como, tras el asesinato de Dato en 1921, Cambó abandonaba definitivamente actitudes radicalizadas como la que había expuesto en el Teatro del Bosc y coronadas con aquella frase famosa: “¿Monarquía? ¿República? … ¡Catalunya!”. El enlace político entre Cambó y Maura tuvo un preludio muy importante, que además se relaciona, precisamente, con otra consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Multitud de empresarios españoles, como ya habíamos señalado, habían ganado cantidades fortísimas de dinero exportando a países implicados en la guerra, los productos más variados. Simultáneamente, en España, existían, generadas por esas exportaciones, escaseces y desordenes de todo tipo. Al ministro Alba se le ocurrió que la gravedad de la situación acumulada, que se experimentaría con muchísima fuerza una vez concluida la contienda, exigía poner orden. Parte obligada de éste consistía en lograr un equilibrio presupuestario, y el único procedimiento existente, dado el panorama fiscal que presentaba España, consistiría en gravar con dureza los beneficios extraordinarios logrados por ese conjunto de empresarios exportadores que habían surgido en España súbitamente.8 Alba decidió esto, e inmediatamente se conoció en Cataluña, con consecuencias económicas y políticas de notable rechazo. Cambó se puso en campaña, rápidamente, contra esta decisión de Alba, pero comprendía que el peso parlamentario de su partido, la Lliga, no podía ayudarle a superar la decisión, por otro lado muy bien acogida por sectores clave del mundo intelectual, que además en 1918 respaldaban a Alba. Pero Cambó supo moverse. Salió de Barcelona y se dirigió a Bilbao. Allí se entrevistó con Sota, dirigente de modo simultáneo del Partido Nacionalista Vasco, al que habían vinculado con la búsqueda de un desarrollo fuerte industrial y de servicios de la región. No en balde dirigía también Sota, Altos Hornos de Vizcaya y la flota “Sota y Aznar”. Naturalmente tenía que liquidar la tendencia ruralista vinculada a Sabino Arana, la que existía inicialmente en el Partido Nacionalista Vasco. Nada de ruralidad, sino de impulso empresarial, una de cuyas bases fue la de desmontar el argumento de Arana de que la industria y los servicios traían dirigentes empresariales ajenos a los valores que se pretendían tradicionales –el catolicismo derivado del carlismo, muy en primer lugar- así como el marxismo, también esencialmente anticatólico, de las organizaciones obreras empleadas en las instalaciones industriales. Sota está detrás de la creación de un sindicalismo cristiano, la Solidaridad de Obreros Vascos, y para disponer de empresarios radicalmente procedentes del mundo vasco, 8 Ver COMÍN, F.: Historia de la Hacienda Pública II. España /1808-1995). Año 1995. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 204-212. ISSN: 0482-5748


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