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50 EMILIO DE DIEGO GARCÍA. MARÍA LUZ MARTÍN GÓMEZ La Primera Guerra Mundial había mostrado la eficacia de algunas nuevas armas, todas ellas de elevado coste. Entre estas la aviación y los carros de combate; junto al desarrollo de la artillería. La primera de tales armas, ya venía actuando en las campañas norteafricanas desde 1913, con las limitaciones derivadas de sus medios técnicos, aunque los avances propiciados por la contienda en Europa habían aportado nuevos e importantes elementos a la lucha desde el aire. En cuanto a los carros pudieron adquirirse algunos modelos franceses como el Renault FT 17; los más baratos Schnneider CA y los Saint-Chamand M21. Algo parecido a lo que iba a suceder con la posibilidad de modernizar la artillería, a pesar de los excedentes generados en los ejércitos europeos al acabar la contienda. La adquisición del armamento, en todos y cada uno de estos apartados, requería unos recursos económicos de los que sólo podía disponerse en pequeña medida. Así, con los límites y obstáculos impuestos por los diversos factores señalados, habrían de abordarse los proyectos para lograr la mayor eficacia militar posible en el escenario marroquí. El largo camino hacia la creación de un ejército colonial La expresión “ejército colonial” referido al caso español suscitaba, desde los primeros momentos, algunos recelos en círculos políticos y militares. Los territorios de Ultramar, antes del “desastre del 98” y las posesiones españolas en otras zonas, principalmente en el norte de África, se consideraban parte de la propia España y no colonias; sobre todo a partir de que este término comenzara a tener connotaciones negativas. Por eso desde bastante antes del periodo que aquí abordamos se venía evitando hablar de Ejército colonial. La necesidad hizo que, tras el revés sufrido en julio de 1909 y las dificultades posteriores, quedara claro que las tropas de recluta obligatoria no habían dado el rendimiento necesario. Pero tampoco los voluntarios, en aquella ocasión, lo habían hecho. En un documento titulado Ideas generales acerca de la dislocación de fuerzas del ejército de operaciones de Melilla, el EMC especificaba a finales de 1909, que la autorización que se dio para reclutar voluntarios quedaba cancelada una vez terminada la campaña de Melilla.9 Aquel voluntariado reclutado para una campaña militar concreta, y 9 AGMS. 2ª. 10ª. Legajo 20. “10º Se dará por terminada la recluta voluntaria que se autorizó para cubrir bajas por el tiempo que durase la campaña. … 12º De aceptarse las plantillas del proyecto de presupuesto para 1910, pueden licenciarse, según cálculos ya efectuados por el Estado Mayor Central (Estado núm. 2), á los reservistas así como á los excedentes de cupo últimamente llamados para cubrir bajas”. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 50-70. ISSN: 0482-5748


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