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fuerzas armadas un largo viaje desde su base de Merzifon. El aeródromo militar de Lanzarote también acogió a parte de las unidades participantes en el ejercicio. En sus instalaciones estuvieron basados uno de los nuevos aviones A-400M del Ala 31, con la misión principal de reabastecer en vuelo a los cazabombarderos, y un aparato de guerra electrónica Falcon 20, del 47 Grupo Mixto de Fuerzas Aéreas, con la función de «meter ruido» electrónico a los participantes. Como en todo tipo de operaciones aéreas, se contó con la imprescindible función de Mando y Control, en concreto, mediante un Boeing E-3A Sentry de la OTAN, uno de los conocidos AWACS (Airborne Early Warning and Control System), que llegaba el 18 de octubre procedente de su base de Geilenkirchen (Alemania). El ejercicio tuvo, además, el apoyo del Grupo de Alerta y Control (GRUALERCON), que se ocupó del control táctico de más de la mitad de las misiones voladas, y que actuaba como reserva en caso de que no estuviera disponible el AWACS. También se desplegó un amplio dispositivo de seguridad, a cargo del Escuadrón de Ejército del Aire Participaron doce cazas F15C/D de la USAFE como el de la izquierda. Arriba, junto a dos Eurofighter españoles. Debajo, uno de ellos luce las bandas de invasión, en homenaje a los 75 años del desembarco de Normadía. Tech. Sgt. Matthew Pleu/ Wing Manuel Acosta Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) que se encargó de dar protección a la zona operativa donde se realizaba el planeamiento y análisis de las misiones. Por su parte, el Segundo Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (SEADA) proporcionó las infraestructuras desplegables de apoyo al ejercicio que completaban las fijas de Gando. Tampoco faltó la ciberseguridad, ya que el Centro de Informática de Gestión (CIGES) instaló una red informática aislada y segura que dio soporte a la ejecución del ejercicio. Durante los doce intensos días que duró el Ocean Sky 2019 las unidades participantes completaron 24 misiones, lo que conllevó una cifra superior a las 500 salidas. «A primera hora de la mañana no sabemos los retos que se nos van a plantear en el día. Cada jornada el MACOM nos propone una misión diferente, de la que no tenemos ningún conocimiento previo, que se ha de planificar durante horas y que, como en una operación real, está sujeta a todo tipo de variables, como los informes de inteligencia, entre otras», comentaba un veterano capitán del Ejército del Aire participante. Esta actividad y los diferentes briefings conjuntos y por unidad, eran previos a la misión de vuelo, que se alargaban entre dos y tres horas. Una vez cumplida la misión y tras regresar a la base, llegaba el momento para los debriefings de análisis, con lo que la jornada se prolongaba hasta doce horas. La parte más visible de este entrenamiento fueron las salidas de las formaciones de los diferentes aviones, dos veces al día, incluidos los fines de semana, a las que precedía la salida del referido AWACS de la OTAN que, por la naturaleza de su misión, debía de estar en su altura precisa, antes de que comenzara cada ejercicio. En el suelo, el 82 Grupo de Fuerzas Aéreas, otra Se completaron 24 misiones, dos diarias, con un total de 500 salidas 38 Revista Española de Defensa Noviembre 2019


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