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INTERVENCIÓN MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN FILIPINAS... 221 toda la escuadra, se dirigió a Cavite, fondeando allí en la mañana del día 30, cuando no quedaban ya ni veinticuatro horas para que apareciesen los buques de Dewey. Tampoco ahora hubo tiempo ni intención siquiera de colocar boyas y otras referencias para centrar el tiro o hacer alguno de práctica, con las consecuencias previsibles a la mañana siguiente. Lo único que se hizo fue instalar en el arsenal algunos de los cañones navales que habían “sobrado” al montarse las baterías de Corregidor. Se trataba de cuatro piezas de 16 y 12 cm pero, por la premura del tiempo, el cemento de sus emplazamientos no pudo fraguar, y al día siguiente, se desmontaron tras hacer uno o dos disparos. No es que se esperase mucho de ellas, pues al estar todos los artilleros disponibles embarcados en la escuadra o en las baterías de la entrada, tuvieron que ser manejadas por personal tan impropio para aquella misión como guardias de arsenales, ordenanzas y asistentes, que, por otro lado, no sumaban sino ochenta hombres. También se emplazaron tres viejos cañones de 8 cm, de escasa utilidad práctica, quedando en el arsenal sin montar el resto de las piezas mencionadas y un gran número de 9,8 y 7 cm. La escuadra fondeó frente al arsenal, disponiéndose de la siguiente manera: en el centro el Cristina, con el inmóvil Castilla a su lado, junto a ambos se habían colocado gabarras llenas de arena para que les sirviesen de escudo contra torpedos y proyectiles que buscaran su línea de flotación. Hacia Punta Sangley estaba el Austria, el cañonero Marqués del Duero y el crucero Don Antonio de Ulloa, al otro extremo de la línea los dos cruceros Isla de Cuba e Isla de Luzón. El Ulloa era poco más que un cascarón, pues al estar en reparaciones se le habían desmontado las máquinas y casi toda su artillería. Sin embargo se pensó en utilizarlo como batería flotante, para lo cual se le dejaron los dos cañones de 12 cm de una banda y otro ligero, con su dotación reducida a 37 hombres, exclusivamente para atender las tres piezas. Todos los buques habían sido pintados de gris, en vez del blanco habitual en aguas tropicales, excepto el Castilla, que sólo pudo pintar los reductos, ofreciendo el resto del barco un inmejorable blanco. Había otros buques en el arsenal o cerca de él, y aunque ninguno de ellos participó en el combate, tanto estudiosos norteamericanos como españoles han incluido a alguno de ellos o a todos en la escuadra, llamando a error. Se trataba del crucero Velasco, en reparación y sin máquinas ni artillería, con su dotación reducida a 14 hombres, pues el resto estaba en las baterías de la entrada, y el General Lezo, en idéntica situación y con 13 Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 221-252. ISSN: 0482-5748


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