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LA DEFENSA DE LA SOBERANÍA ESPAÑOLA EN FILIPINAS... 81 primero al entregarse Aguinaldo con su partida; segundo pago cuatro meses después al rendirse el resto de las partidas rebeldes y el tercer y último plazo al verse totalmente garantizada la paz. El dinero estaba, teóricamente, destinado a indemnizar familias arruinadas, embargadas, a viudas y huérfanos, permitir la emigración de los líderes y comprar a la soldadesca del Katipunan. A criterio de Primo de Rivera esta opción ofrecía grandes ventajas económicas y salvaría la vida de muchos peninsulares “que por clima pierden 40 por 100 en año en muertos e inútiles teniendo 20 por 100 en hospitales y convalecientes que representan diez mil bajas año y desprestigiando cabecillas vendidos que emigrarían”.66 A las ventajas ya señaladas de llegar a un acuerdo añadía el hecho de que se impedirían posibles desembarcos de armas, los cuales revitalizarían la revuelta sin ninguna duda; ésta, que nunca había contado con muchas armas de fuego, había sido muy difícil de vencer, si contase con nuevos pertrechos se volvería francamente peligrosa. El 9 de octubre llegaba a Manila una comunicación desde Madrid que decía: «Importantísimo telegrama de V. E. aplaza toda respuesta al suyo del día 5, relativo a dimisión. Consejo de Ministros estudia detenidamente sus planes y resolverá en breve sobre ellos»,67 pidiéndole al día siguiente, desde Madrid, aclaraciones sobre los plazos de los pagos a Aguinaldo, su cuantía, etc. El 10 de octubre enviaba Primo de Rivera al Gobierno los datos de los tres plazos para la compra de la rendición de los tagalos: el primero de 700.000 pesos al entregarse Aguinaldo con desertores y armas; segundo, 500.000 cuatro meses más tarde siempre que se hubiesen entregado todas las demás partidas; en tercer y último lugar unos 500.000 pesos, dos meses después de asegurada la paz. Este plan fue acogido con entusiasmo por las autoridades de Manila -Generales Castilla y Tejeiro, Arzobispo, Auditor General, Alcalde de Manila, Secretario General y Gobernador Civil de Manila-, lo que no impidió que Primo de Rivera continuase con su idea de levantar un ejército colonial con efectivos fieles no tagalos para continuar la campaña en caso de que fracasaran las gestiones de Paterno. El 13 de octubre desde Manila se pedía al Gobierno que tomase una decisión. El 17 de noviembre de 1897, desde Bacolor (Pampanga) salía un telegrama para el Ministro de Ultramar informando de la eficacia y éxito de las fuerzas de voluntarios filipinos contra los partidarios del Katipunan. 66 Ibidem, p. 25. Del Gobernador General de Filipinas al Presidente del Consejo de Ministros, Manila 7 de octubre de 1897, cifrado. 67 Primo de Rivera,F.; op. cit., p. 127 y 128. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 81-86. ISSN: 0482-5748


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