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TEMAS PROFESIONALES Angola a través de empresas como la pública Alrosa, con sede en Moscú, que es a la sazón líder mundial en el sector. Esta actividad, a caballo entre la mera economía y la diplomacia debido al carácter público de esas compañías, se ha visto complementada por los recientes acuerdos a los que ha llegado con Marruecos —definidos como «estratégicos » por ambas partes— para realizar inversiones en nuestro vecino por antonomasia, sobre todo por parte de empresas que emplean tecnologías de doble uso (Gaz, Kazan o Kamaz, entre otras). En todo caso, no podemos obviar que la creciente presencia económica rusa en toda el área del Magreb, así como al sur del Sáhara, depende sobremanera de que el eje Sebastopol-Tartus siga siendo operativo, en la medida en que la inmensa mayoría del volumen de mercancías transportado a lo largo y ancho del planeta sigue realizándose por vía marítima. Pero en este punto surgen nuevos problemas geopolíticos… Salida al Mediterráneo y el papel de Turquía Rusia siempre ha deseado tener una salida a mares abiertos a través de aguas cálidas, en buena medida debido a su frustración en el Ártico y a las dificultades para proyectarse desde el Báltico, que tantas veces se ha convertido en un callejón sin salida. Por ello, la mejor opción pasa por el Mediterráneo. Esta posibilidad podría parecer garantizada a partir del eje Sebastopol-Tartus, que se ha visto reforzado en los últimos tiempos. A su vez, Rusia está llegando a acuerdos para uso de instalaciones portuarias con diversos Estados ribereños del Mare Nostrum, especialmente —aunque no solo— con los de raíces ortodoxas. Es el caso de Grecia (El Pireo y Suda), pero también de Chipre (Limasol es cada vez más rusa a todos los efectos), de Serbia e incluso de Montenegro, lo que permite deducir que su penetración en el Mediterráneo responde a una estrategia bien meditada. Sin embargo, este proyecto tiene su Talón de Aquiles: Turquía, ya que Ankara controla el tránsito entre el mar Negro y el Mediterráneo (9) a través de los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos. Así visto, esto es parte de la tiranía de la geografía. Lo que se puede añadir a ese dato es que, en plena resurrección del (neo-)otomanismo, el Gobierno turco está lejos de adoptar parte de nuestro gas natural. Pero debido a los problemas de seguridad detectados en la región, esas obras avanzan a un ritmo menor del esperado. En el fondo, ahí tenemos otro dilema ruso: quedarse fuera de unas obras que debilitan su capacidad de chantaje (a través del corte de suministro de gas o de su amenaza) sobre los Estados europeos. (9) Ni qué decir tiene que por más que se aplique el derecho internacional relativo al régimen aplicable a los estrechos, esa normativa podría ser obviada en caso de conflicto armado, con lo que sus cláusulas no tranquilizan a Moscú, pensando, como debe hacerse en clave estratégica, en el peor escenario posible. 268 Marzo


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