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FUE PARA TANTO? Javier YUSTE GONZÁLEZ Escritor y articulista ¿EN SERIO O hay quien diga que no a una buena historia de tesoros enterrados, dando lo mismo si estos son el resultado de un acopio voluntario, accidental o incidental; más aún si cabe si de por medio nos sale al paso algún simpático pirata tullido. Y en muchas de ellas se entremezcla una pizca de realidad con ficción en demasía, como las que confluyen en las aguas de la ría de Vigo, donde incluso el capitán Nemo hacía el alto de rigor cuando se veía necesitado de cash y «desvalijaba» un poco más los restos del Santo Cristo de Maracaibo (1). Con esta presentación queda claro que me dispongo a disertar acerca de la batalla de Rande o, mejor dicho, de su fabuloso tesoro. Y lo haré, entre otros, a través de una simple pregunta: ¿fue tan extraordinario ese botín de guerra e incalculable lo que se perdió en el limo de la ría? Yo creo que no y voy a fundamentar tal juicio por medio de unos apuntes, fruto inesperado de una de mis aficiones: coleccionar monedas o, cuando mis exiguos bolsillos no dan para tanto, admirar las que tienen otros en su poder o ponen en venta al mejor postor en ciertos y conocidos portales de Internet. Y es que, en su día, tuve noticia de la existencia de ciertas piezas de plata y oro acuñadas durante los primeros meses del reinado de Ana Estuardo (1702-1707), con la palabra VIGO en su leyenda y cuyo metal salió de las bodegas de la supuestamente diezmada expedición «cazada» en Rande, y vaya si me picó la curiosidad. (1) La ciudad de Vigo homenajeó a Julio Verne alzando un metálico conjunto escultórico que representa al célebre autor galo sentado sobre unos poderosos tentáculos de kraken, el cual podemos admirar en su puerto. 2020 217


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