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Revista de Historia Militar 118

214 JOSÉ LUIS VEGA ALBA paz)- dio paso al pesimismo y la incertidumbre generados por la aceleración de hechos subsiguiente al hundimiento del Maine (febrero). La guerra de Cuba -extraordinariamente complicada por la implicación norteamericana, y eje de la política exterior española- condicionará la vida del archipiélago y tendrá hondas repercusiones, porque el archipiélago tenía fuertes lazos afectivos (emigración), económicos (comercio y remesas) y militares (participación en la guerra) con la perla de las Antillas. En primer lugar, el archipiélago se vio atrapado, muy a su pesar, en el marco internacional en que estallaba la fase final del conflicto. Este ocurría en tiempos de expansión imperialista y capitalista, que requerían mercados para sus productos, y conducía a un proceso de «redistribución» colonial, continuación del desencadenado en la década de los noventa, agotada la distribución resultante del reparto acordado en la conferencia de Berlín (1884-85). Ese marco inestable -en especial para las potencias débiles fuera de la carrera por los dominios coloniales y áreas de influencia- y el fracaso de la política exterior española en lograr la colaboración europea para frenar el expansionismo americano, arrastrarían al archipiélago, a una situación delicada debido a una eventual traslación de las operaciones navales hacia el oeste europeo que, aunque improbable, inquietaba mucho al Gobierno. En el ámbito militar, la región fue reforzada y estuvo en estado de guerra desde el 9 de mayo73, y su capitán general aunó el mando civil y militar, circunstancia que no se producía desde 1885. El estado excepcional fue instaurado cinco días después del discurso de Salisbury, primer ministro británico, que dividía las naciones en fuertes (living) y débiles (dying) en un contexto internacional que entronizaba la desigualdad y anunciaba un proceso de redistribución, a costa de las segundas, en el que las posesiones españolas y Canarias, quedaban implícitamente incluidas.El conflicto con los norteamericanos evidenció la debilidad defensiva isleña, la insuficiencia de sus defensas, la carencia de fuerzas navales, la falta de alojamientos y la necesidad de rediseñar la reserva y la fuerza permanente74. El plan de defensa global, ligado a los recursos disponibles, demandaba una concepción integral, con recursos equilibrados para todas las islas, y fuerzas navales que complementaran la defensa75 y con las que no se podía contar a corto plazo tras los recientes desastres navales. 73 El estado de guerra permaneció hasta el bando del general Delgado Zulueta el 10 de febrero de 1899. 74 Real Orden de 29 de marzo de 1898. El nº de reservistas movilizados en Canarias alcanzó la cifra de 6.000. 75 AIMC. Tenerife. Fondo 2, caja nº 1558, carpeta nº 2. El general de división Leandro Delgado presidió una comisión para el estudio de la defensa del archipiélago. Su título fue Plan de defensa y memoria. El cuerpo principal del estudio está fechado el 23 de agosto de 1898, Revista de Historia Militar, 118 (2015), pp. 214-220. ISSN: 0482-5748


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