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cete, consigue marchar hacia Valencia en tren donde, gracias a un pasaporte británico que le consiguieron por ser empleado de la Shell, embarca en el crucero pesado británico Devonshire. Tras tomar tierra en Marsella, viaja en el mercante Dembod a Tánger, desde donde tomará un taxi con la intención de presentarse en el aeródromo de Tetuán. En la frontera, debido a la situación de tensión que se vive en esos momentos, recelan de él y lo que el propio Álvaro definió como un “susto” se resuelve después de que le avalaran desde el aeródromo de Tetuán, donde se presenta el día 7 de agosto (con esta antigüedad, y según el Decreto nº. 50 del B.O. 8, fue ascendido al empleo de sargento de complemento)11. Sin ningún contratiempo fue destinado a uno de los recién llegados Junkers Ju 5262, en calidad de tripulante, participando inmediatamente en el traslado de tropas a la península, haciendo el trayecto entre Tetuán y Granada, Sevilla o Jerez. Álvaro permaneció en este destino hasta el día 13 de agosto, y el 14 comenzaron para él los servicios de guerra propiamente dichos. Y se iniciaron con mala fortuna, puesto que en esa fecha, y actuando como copiloto realizó una fatídica misión de bombardeo y ametrallamiento en Badajoz. El objetivo del vuelo era proteger la entrada de las tropas propias en la ciudad. Al llegar se dieron cuenta que éstas ya estaban en los barrios externos de la misma por lo que era peligroso bombardear. Se optó entonces por descender a unos 200 metros de altitud y ametrallar a los enemigos que hacían fuego desde los tejados, con tan mala fortuna que al cabo de una hora de misión, un disparo desde tierra hirió mortalmente al piloto del Ju 52 con numeral 22-59 en el que viajaba Álvaro, y que no era otro que el propio jefe de la Tercera Escuadrilla, capitán Francisco Díaz Trechuelo. El disparo, tras segar la vida del capitán, atravesándole el corazón, fue a impactar en el depósito nodriza del aparato causando un amplio orificio por el cual salía la gasolina que caía sobre los pilotos. En este momento tomó el mando del avión Álvaro que, al mismo tiempo que intentaba impedir la pérdida de combustible con una mano (hasta que el mecánico Valverde taponó la pérdida), lograba aterrizar, más tarde sin problema, en su base de partida de Tablada. Fue la primera acción de guerra, y quizás una de las que más le marcasen en este su bautismo de fuego. Por supuesto asistió al entierro con honores que se hizo a su capitán, durante el cual el propio general Franco prendió la medalla al Mérito Militar sobre el cadáver de Trechuelo. A partir de ese momento y durante algunos meses, la escuadrilla recibió el nombre de “Trechuelo”, que fue pintado en el fuselaje de los tres aparatos de la misma. Por esta misión, Álvaro fue propuesto a la Medalla Militar, aunque nunca llegó a recibirla. Pero la guerra continuaba, y como había pocos pilotos de caza con experiencia, se le requirió para efectuar unos servicios los días 17 y 18. Ambos los realizó pilotando un Nieuport 52 para intentar paliar en la medida de lo posible los ataques de los cazas republicanos en el sector de Badajoz. El primero de ellos fue en el sector de Don Benito, escoltando el Ju 52 pilotado por Ricardo Guerrero, en el transcurso del cual, tuvo que enfrentarse a otro Nieuport republicano63. La segunda misión a bordo del caza lo realizó desde Sevilla a Mérida, ocurriéndole un suceso cuanto menos “gracioso” que narra Jesús Salas. Para contrarrestar el peligro que suponía la aparición de cazas enemigos en el sector de Mérida, fue enviado un solitario Nieuport 52 pilotado por Fernández-Matamoros. En la orilla del 51 Frente al Ford trimotor de la compañía (ARFM). Una de las pocas imágenes de la AISA GP-4 especial (ARFM).


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