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de combate, y ya en 1935 llegaría a pilotar los nuevos cazas Fiat CR– 32. Ese mismo año, participó con la Aviación militar de su país en la campaña de Etiopía, en las operaciones contra las fuerzas terrestres africanas. Al estallar nuestra Guerra Civil, solicitó venir a España como integrante de las unidades aéreas italianas enviadas en apoyo del general Franco. El 14 de agosto de1936, llegó al puerto de Melilla con una expedición de personal diverso de la Regia Aeronáutica. Unos días más tarde llegaría a Sevilla con sus compañeros. Días después, volaría en una misión de escolta de bombarderos Savoia para atacar depósitos de carburante del puerto de Málaga. El 5 de septiembre, Vincent Patriarca se desplazó con su Unidad a Cáceres y en uno de sus primeros vuelos de combate, el 11 de septiembre, consiguió derribar a un Nieuport y causar daños a un Breguet XIX, pero dos días más tarde sería derribado. Ese día participaba en otra misión de combate y compartiría el derribo de dos cazas gubernamentales junto con el As de la Aviación nacional, Joaquín García Morato y un piloto italiano, Baschirotto. Pero el Fiat CR– 32 de Patriarca había sido dañado por el fuego de los cazas enemigos y además el piloto republicano Félix Uturbi, al parecer al quedarse sin munición, decidió chocar contra el caza del piloto estadounidense, que en la embestida perdería casi media ala y sufriría daños muy graves en el fuselaje, por lo que Patriarca se vio obligado a saltar en paracaídas sobre la zona republicana y fue capturado cerca de Talavera de la Reina. En el choque moriría el aviador republicano. Una vez registrado, fue interrogado por un coronel español, que daría orden de trasladado a Madrid, quedando detenido en el Cuartel de Conde Duque. En el Ministerio de Marina fue interrogado personalmente por Indalecio Prieto, que dudaba de la verdadera nacionalidad de Vicent Patriarca, que afirmaba ser estadounidense y no italiano. Después, acusado del delito de rebelión, negaría ante el juez que fuera un piloto militar italiano, sino que trabajaba por dinero para la empresa fabricante de aviones Fiat. Cuando se supo que Patriarca, un ciudadano norteamericano, estaba detenido y encarcelado, el Tercer Secretario de la Embajada norteamericana en Madrid, Eric Wendelin, fue enviado para entrevistarse con el piloto. Esto causaría en EE UU. cierto revuelo algún tiempo cuando los Medios de Comunicación Social describieron su captura y la fatalidad de su destino, destacando especialmente su odisea el Chicago Daily Tribune, por su corresponsal en Madrid, el periodista Jay Allen. Tanto el propio Presidente Roosevelt como el Departamento de Estado fueron abrumados por centenares de cartas y de telegramas exigiendo se realizasen todos los esfuerzos necesarios para conseguir su liberación. Hubo algunas negociaciones el 18 de octubre de 1936 para que el aviador norteamericano fuese intercambiado por un piloto yugoslavo, apellidado Krissay, que había estado volando para el Gobierno republicano y que al ser derribado al oeste de Madrid fue capturado por los nacionales. El intercambio nunca tuvo lugar. Finalmente Álvarez del Vayo, Ministro de Estado de la República, informó que no podía garantizar la seguridad de Vincent Patriarca y junto a las presiones del Departamento de Estado norteamericano, el Gobierno español dio la orden escrita de liberar al aviador, firmada el 6 de noviembre de 1936, y tres semanas más tarde abandonaría España vía Valencia, desde donde viajaría a Marsella y posteriormente a París. De la capital francesa se trasladó al puerto de El Havre para embarcar rumbo a Nueva York, donde sería recibido como un héroe. Ya en EE. UU. Vincent Joseph Patriarca, el 20 de julio de 1937, tras su puesta en libertad a los 7 meses, obtendría nuevamente el pasaporte italiano y se embarcó rumbo a Italia para unirse otra vez a la Regia Aeronautica. Poco más tarde, Claude G. Bowers, Embajador norteamericano en Madrid y el Cónsul de este país en Barcelona, Watter C. Thurston, informaron que Vincent Patriarca había regresado a España y que había vuelto a volar en apoyo del General Franco, pero en unidades aéreas italianas. Este Aviador sobrevivió a la G.C. española. Después participó en la II G.M., combatiendo junto a los italianos en el Norte de África y en los frentes europeos. Arrestado por los alemanes por negarse a seguir luchando al ver la guerra perdida, sería internado en un campo polaco de concentración. Una vez liberado, al finalizar el conflicto se quedaría a vivir en Italia, donde todavía continuaría volando hasta el año 1959, en el que sería jubilado como piloto. EPÍLOGO Desde un punto de vista histórico y documental la presencia en España de norteamericanos entre los casi 3000 voluntarios que sirvieron en los batallones de la XV Brigada Internacional, durante la Guerra Civil, parece ensombrecer la participación y los hechos de unos pocos, apenas una treintena de aviadores estadounidenses, que combatieron mayoritariamente con la República, a excepción de uno de origen italiano que lo hizo con los sublevados. Si la actuación de las Brigadas Internacionales está bien documentada, no ocurre lo mismo con los hechos de este reducido grupo de aviadores que desde finales de 1936 hasta 1938, de una forma u otra, no pasaron desapercibidos para la historia de la guerra en el aire durante la Guerra Civil española. Desafiando las leyes de EE. UU. y su neutralidad en el conflicto español, unos pilotos militares en la reserva y algunos civiles después de varios años de inactividad decidieron combatir con la fuerza aérea Republicana. Sus razones puede que fueran profesionales como aviadores, económicas, ideológicas, o una mezcla de ellas. Es cierto que cobraron excelentes sueldos por sus servicios, por esto se les consideró “pilotos mercenarios”. Parece ser que algunos pilotos actuaron impropiamente, pero lo cierto es que la mayoría de estos hombres cumplieron su deber con distinción, enfrentándose a los mejores pilotos españoles, italianos y alemanes que volaron con los sublevados llegando incluso, a perder la vida. A su regreso a EE. UU., algunos fueron recibidos con frialdad y recelo por lo que habían hecho, pero a pesar de todo, un tiempo después, muchos de ellos serían considerados como héroes e incluso mejores pilotos que los del bando nacional. El destino haría que unos se enrolasen en los Tigres Voladores, para volar en China, o en otros conflictos armados por todo el mundo. Desgraciadamente para otros, la nostalgia y la pena por una república derrotada acabarían induciendo a algunos de ellos al alcoholismo o al suicidio. BIBLIOGRAFÍA – Causa número 1.505 del año 1937. Archivo Histórico del Ejército del Ejército del Aire – American Pilots in the Spanish Civil War. By Allen Herr. American Aviation Historical Society. JOURNAL.Volume 22. Number 2. Fall 1977 – On the Edge of Greatness (The Aviation Career of Charles D. Koch). By Allen Herr. American Aviation Historical Society. Volume 30. Number 3. Fall 1985 – Eagles over Malaga. American Pilots in the Spanish Civil War, 1937. By Allen Herr AIR Enthusiast. The Historic Aviation Journal. Issue 79.January/February 1999. – Flyers of Fortune. American Airmen in the Spanish Civil War. Georgia Public Radio November, 27, 1988 – Soldiers of Fortune.(The Epic of the Flight). Tom D. Crouch/John F. Guilmartin. Time– Life Books Inc.1981 95


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