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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

EL SOLDADO POLÍTICO: EL GRAN CAPITÁN Y LA ITALIA DE LOS ... 103 Católicos de normalizar la vida política y social según los criterios seguidos por la unión de coronas en España. Se insistía en la regularización de la administración, sobre todo fiscal y de justicia, así como en la supervisión moral de las costumbres, dentro del respeto a la plenitud legal e institucional del reino. Con este fin se recomendaba también al Gran Capitán que trasla-dara a su familia a Nápoles como núcleo de una sociabilidad cortesana que sustituyera el régimen militar hasta entonces predominante210. Sin embargo, y aunque se sucedieron las nuevas atribuciones, no sería hasta diciembre de 1504, muerta la reina Isabel, cuando Gonzalo recibiría el nombramiento oficial como virrey y lugarteniente general de todo el reino y no solo de los ducados de Calabria y Apulia que ostentaba desde 1501. Dicho nombra-miento sería ratificado en febrero de 1505 a través de un documento donde se detallaban las competencias virreinales, ampliadas un mes después211. La actitud autónoma de Gonzalo como capitán, como barón y como virrey –otro rey- se iba a complicar también por su naturaleza castellana, revelada cada vez más incómoda tras la desaparición de la reina Isabel en noviembre de 1504. En esa coyuntura Fernando se apresuró a comunicar a Gonzalo que a él le correspondía la “administración y gobernación” de Castilla por la muerte de su esposa, en nombre de su hija Juana, y que todos los grandes y prelados del reino lo habían reconocido y jurado lealtad, al tiempo que le ordenaba atajar cualquier innovación en el orden político e institucional del reino de Nápoles. La advertencia a quien siempre había gozado de la protección de la reina frente a otros nobles del círculo de Fer-nando como el duque de Alba se unía a la necesidad de despejar las dudas sobre a quién competía la dirección de la política italiana ante la próxima llegada a Castilla de Felipe el Hermoso. A todo ello Fernando añadía, entre otras recomendaciones generales sobre la administración y la aplicación de la justicia, la orden de licenciar las tropas alemanas de que aún disponía el Gran Capitán, así como el envío de dos mil soldados a España, una medida que debilitaba la capacidad de maniobra del virrey y reforzaba la seguridad del monarca en su vacilante regencia castellana212. Pese a los crecientes recelos del monarca, Gonzalo utilizó sus atribu-ciones con notable respeto a las instituciones locales y a los compromisos suscritos. Así, de acuerdo también con la política tradicional de la alta nobleza castellana y particularmente de su linaje, bloqueó los proyectos inquisitoriales –peligrosos para sus poderes virreinales, sobre todo tras 210 Vid. Suárez Fernández, Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa, Rialp, Madrid, 1990, Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 45-114. ISSN: 0482-5748 pp. 313-314. 211 ZAB 16-207. 212 ZAB, 16-195.


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