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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

DEL GRAN CAPITÁN A LOS TERCIOS: LA HERENCIA DE GONZALO ... 165 origen sea alemán, ya que la palabra derivaría del vocablo hanckenbüsche, que literalmente significa arma de fuego sobre un gancho75. El arcabuz era algo impreciso y al principio mostraba poco alcance efec-tivo, pero a su favor tenía un alto poder destructivo –ya que a 50 pasos era capaz de perforar armaduras–, y que requería poca destreza para manejarlo con eficacia, ya que según algunos teóricos bastaban 60 días para entrenar a un soldado, una inversión en tiempo mucho menor que para entrenar a un hombre de armas o a un arquero. El fuego efectivo de un arcabuz durante el siglo XVI solía ser a unos 75 metros, especialmente si se disparaba sobre formaciones compactas de infantería. En cambio, el hermano mayor del ar-cabuz, el mosquete, disponía de una mayor capacidad de penetración, y un mayor alcance, al disparar pelotas de cómo mínimo 1,5 onzas (42,52 gra-mos), que a 180 metros podía incluso penetrar un coselete de buena calidad, y derribar a un caballo a 500 metros, algo que dependía también de la cer-teza del tirador. Por ello los combates solían producirse a menor distancia, para mejorar la efectividad76. El mosquete era esencialmente una versión más pesada y potente de su hermano pequeño el arcabuz. La diferencia entre ambos estaba en sus dimen-siones (calibre, longitud y peso), prestaciones de combate (alcance, potencia y cadencia) y su manejo, ya que su peso –entre 8 y 9 kilogramos– dificultaba su transporte y uso. El calibre de un mosquete solía ser como mínimo de onza y media de bala o dos onzas –aunque sabemos que había piezas de hasta dos onzas y media, aunque lógicamente eran demasiado grandes y pesadas–, mien-tras que el arcabuz tiraba pelotas de cómo mínimo hasta ¾ de onza77. Aunque no conocemos bien los detalles de su aparición, se piensa que el mosquete pudo surgir a comienzos del siglo XVI, siendo inventado en Italia o España. Realmente surgió como una pieza de artillería ligera apropiada para defender fortificaciones, siendo los primeros en utilizarlo los españoles en el norte de África. De hecho siempre hubo una versión más pesada de mosquete que sólo se podía utilizar apoyado en un muro, conocido como mosquete de muro o muralla, demasiado pesado para poderlo usar en campo abierto. Los españoles, con mucho acierto, serían nuevamente los primeros en introducir esta clase de arma de fuego en las formaciones de infantería. Por orden del duque de Alba, 75 Varela Merino, Elena: Los galicismos en el español de los siglos XVI y XVII. CSIC, Madrid, 2009, Vol.1, pp. 482-483. 76 Hall, Bert S.: Wearpons and warfare in Renaissance Europe. John Hopkins University Press, Londres, 1997, pp. 145-149. Rogers, Clifford J.: “Tactics and the face of battle”, en Tallett, Frank y Trim, D.J.B. (Eds.): European Warfare 1350-1750. Cambridge University Press, Cambridge, 2010, pp. 203-235, aquí pp. 209-212. 77 AGS, E, leg. 1158 f. 96. Relación de las armas que están en Génova para el reino de Sicilia, y que se han comprado en Milán, 1594. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 143-188. ISSN: 0482-5748


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