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18 ANTONIO CABEZA RODRÍGUEZ Fue la pregonada victoria isabelina en Toro, en marzo de 1476, el factor que cambió estas actitudes. La posición de ventaja adquirida durante la gue-rra facilitó la reorganización del reino y el comienzo de la obra instituciona-lizadora del nuevo Estado, contexto en el que hay que hacer lectura del viaje y estancia de los reyes en Andalucía, entre 1477 y 1478, enmarcado no por casualidad entre las convocatorias de las Cortes de Madrigal y Toledo. La ausencia de represalias en la concesión del perdón (de lo que se beneficiaron rebeldes tan comprometidos como el maestre de Calatrava Rodrigo Téllez Girón o el arzobispo Carrillo),fue un precedente que sirvió para tranquilizar a la nobleza andaluza, aunque incapaz aún de comprender el sentido último de esta política. Su interés por mantener las condiciones anteriores, recha-zando la introducción de la Santa Hermandad reorganizada en las Cortes de Madrigal, encontró la firme decisión de los monarcas de ejercer en exclu-siva el poder. L. Suárez ha descrito con detalle el desarrollo y significado de aquel viaje, iniciado por la reina en Sevilla el 24 de julio, en espera del rey12. El desorden que sufría la población lo provocaba el dominio ejercido por los Guzmán en abierto enfrentamiento con los Ponce de León, a lo que había que añadir el factor desestabilizador de una influyente comunidad de conversos no afianzados en su nueva fe. La imagen de Isabel era ya entonces identificada como garantía de justicia para todos, y su habitual tono riguroso volvió a comprobarse durante las audiencias públicas, provocando la huida de miles de implicados en la anarquía anterior. Precisamente la justicia era la atribución indiscutida de la autoridad monárquica, y también el primer sentimiento que uniría a los Reyes con su pueblo13, en este caso volcado en la entrada de Fernando en la ciudad el 13 de septiembre, con una multitud que requirió emplear hasta cuatro horas para recorrer el trayecto desde la puerta de la Macarena al alcázar. La voluntad de integración, en la base del proyecto político arriba mencio-nado, fue la clave para resolver el difícil conflicto de intereses planteado entre los dos linajes rivales. El pacto alcanzado con los monarcas estuvo precedido de actos de sumisión tanto del duque de Medina Sidonia como del marqués de Cádiz, cuya asombrosa reacción, conocida con cierto detalle por Fernando del Pulgar, pasó a ser memorable: “Aquel soberbio señor, arisco y violento, se presenta una noche acompañado de un solo caballero ante un postigo oculto del Alcázar y penetra resuelto ante los Reyes, que le reciben amablemente. Se cruzan palabras de disculpa, pero las más emocionantes son aquellas que pro-nuncia don Rodrigo cuando dice a la Reina: “No vengo a decir palabras, mas 12 “Las bases del reinado”, en La España de los Reyes Católicos (1474-1516). Historia de España “Ramón Menéndez Pidal”, Madrid, Espasa-Calpe, 1969, T. XVII, Vol. I, p. 268 y ss. 13 Cepeda Adán, José: En torno al concepto de Estado en los Reyes Católicos, op. cit., p. 95. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 13-44. ISSN: 0482-5748


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