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20 ANTONIO CABEZA RODRÍGUEZ reyes a Sanlúcar y a Rota. Un esquema similar sirvió para resolver los conflic-tos del reino de Córdoba, cuya capital pasó a tener un corregidor nombrado por los reyes; primero el asistente Diego de Merlo y seguidamente Francisco de Valdés. El reto era poner bajo la autoridad real un territorio dominado por el régimen de señorío, que abarcaba hasta un 38 por ciento del conjunto de aquel estratégico reino17. El principal linaje asentado en la sierra norte, los Sotoma-yor condes de Belalcázar, se había declarado a favor del partido isabelino en 1475;la Casa estaba gobernada entonces por la viuda del anterior conde, Elvi-ra de Zúñiga, controlando jurisdiccionalmente la zona septentrional del valle de los Pedroches, con centro en la villa de Gahete. Pero los problemas proce-dían de la capital y de la parte meridional del reino, donde la concentración del señorío era significativamente mayor, con un 55 por ciento de las mejores tierras de pasto y de labor de la Campiña y la zona Subbética18. En este marco geográfico se precipitó la división interna del linaje Fernández de Córdoba, arrastrando tras de sí al resto de señores pertenecientes a familias nobles de segunda fila. Por los trabajos de C. Quintanilla se conocen bien el origen y la evolución de los enfrentamientos de las facciones “aguilaristas” y “cabristas”, con las sucesivas concordias, treguas, desafíos y cartas de batalla, acuerdos de enemistad y las intervenciones de la monarquía para pacificar los bandos, aunque sin autoridad suficiente para que surtiesen efecto. Ese fue el factor determinante, es decir, la nueva forma de ejercer el poder que validaba la autoridad. Así la concordia alcanzada con Enrique IV en 1469, sirvió a los Reyes Católicos en su visita a la ciudad en otoño de 1478 para poner fin a los abusos nobiliarios, completando las desposesiones ya iniciadas desde Sevilla. Don Alonso de Aguilar tuvo que devolver lo usurpado en los últimos años19: el alcázar y la torre de la Calahorra, y en “virtud de estrictas órdenes” todas las fortalezas y villas del Concejo cordobés como Pedroche o las fortalezas de Andújar y de Hornachuelos, a cambio de que su rival el conde de Cabra, don Diego Fernández de Córdoba, devolviera Almodóvar20. Éste aún tenía preso en Baena a Gonzalo Fernández de Córdoba, hermano menor de don Alonso, después de ser capturado junto con su familia en septiembre de 1474 en San-taella. Los reyes, que habían iniciado gestiones en 1475 para su liberación, or-denaron a don Alonso en junio de 1478 pagar al conde una compensación por 17 Quintanilla Raso, Mª Concepción: Nobleza y señorío en el reino de Córdoba, op. cit., p. 196. 18 Ladero Quesada, Miguel Ángel: Andalucía a fines de la Edad Media, op. cit., p. 116. 19 Rufo Ysern, Paulina: “Los Reyes Católicos y la pacificación de Andalucía (1475-1480)”, en Historia. Instituciones. Documentos, nº 15, 1988, pp. 226-228. Y Quintanilla Raso, Mª Con-cepción: Nobleza y señorío en el reino de Córdoba, op. cit., pp. 131-132. 20 Carpio Dueñas, Juan Bautista: “Poder político y poder militar: Los castillos de la “Tierra de Córdoba”. 1478”, en La fortificación medieval en la Península Ibérica, Fundación Santa María la Real, Salamanca, 2001, p. 232. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 13-44. ISSN: 0482-5748


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