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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

24 ANTONIO CABEZA RODRÍGUEZ facilitaron la concordia con los nobles discrepantes a los que se logró atraer al nuevo proyecto estatal. La política desarrollada por los reyes desde la corona de Castilla esta-ba inspirada en un espíritu de unidad, compartido y pronto querido por Ara-gón cuya identidad institucional quedaría plenamente respetada. Se trataba de componer “los miembros y pedazos de España, que estaban por muchas partes derramados”, para juntarlos “en un cuerpo y unidad del reino”, según el famoso prólogo de la Gramática castellana de Elio Antonio de Nebrija. Este proyecto respetaba en todos los casos el principio de no uniformidad, aquella unidad en la pluralidad que haría tan singular y poderosa a la Monar-quía de España. Ante la separación o “división” de algunos de sus territorios, Giovanni Botero explicaría en su Razón de Estado, ya en 1589, por qué aquel reino tan potente parecía “unido y casi continuo”: “Yo no juzgo menos firmes y seguros los Reynos y señoríos divididos, con las condiciones sobredichas, que los unidos. Y a este propósito es el reyno de España, porque ante todas cosas los Estados pertenecientes a aquella Corona son tan poderosos que no se espantan de cada ruydo de las armas de sus vezinos, como se ha visto del Estado de Milán y en Flandes acometidos tantas veces, sin fruto, de France-ses, y Nápoles y Sicilia. Y aunque están lexos el uno del otro, no se pueden tener del todo por divididos, porque demás de que el dinero, del qual aquella Corona es abundante, en todas partes vale mucho, por medio de la mar están unidos, pues que no tiene estado tan apartado que no pueda ser socorrido con armas de mar sino es Flandes, por la oposición de Inglaterra. Y los Catalanes, Vizcaynos, Gallegos y Portugueses son tan diestros en la mar, que se pueden llamar señores de la navegación. Y las fuerzas de la mar en poder de tal gente causan que el Imperio que parece apartado y dividido, parezca unido y casi contino, y tanto más agora que se ha juntado Portugal con Castilla”33. La “forma y trabazón” de este Imperio procedían de Isabel y Fernan-do, a quienes en palabras de Ladero Quesada no se puede negar su “papel como creadores del Estado moderno”34. Depositarios de la soberanía, que ejercieron desde un poder central único, tomaron la decisión de que el con-junto de los reinos heredados (e igualmente después los ganados)pasaran a integrar la Monarquía, término que adquirió a partir de entonces un signifi-cado distinto al que había tenido en el pasado, que Tomás y Valiente precisó como “la forma que reviste el Estado en su primera aparición histórica”35; 33 Herrera, Antonio de: Razón de Estado con tres libros de la grandeza de las ciudades de Juan Botero, Sebastián de Cañas, Burgos, 1603, p. 8. 34 Ladero Quesada, Miguel Ángel: España en 1492, Hernando, Madrid, 1978, p. 10. 35 Tomás y Valiente, Francisco: “El gobierno de la Monarquía y la administración de los Reinos en la España del siglo XVII”, op. cit., pp. XXV- XXVI. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 13-44. ISSN: 0482-5748


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