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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

EL SOLDADO POLÍTICO: EL GRAN CAPITÁN Y LA ITALIA DE LOS ... 49 nico modelo de la Antigüedad cuando años después acometió su Arte de la guerra -donde, significativamente, no se hizo eco del protagonismo militar del Gran Capitán-, su concepción de la relación entre milicia y política res-pondía a una realidad ineludible. Así lo manifestó en la más difundida de sus obras, el tratado De Principatibus, escrito entre 1512 y 1513, cuando el au-tor se hallaba apartado de los cargos oficiales tras el regreso de los Médicis al poder gracias a las armas españolas, pero publicado sólo póstumamente, en 1532, como Il Principe. En ese tratado, objeto de debate político hasta nuestros días por su pretensión –para algunos solo coyuntural- de separar el arte de gobierno de la moral, afirmó que las armas eran, junto a las leyes, los fundamentos de todos los estados y dedicó el capítulo XIV a las “Obli-gaciones del príncipe para con la milicia”. El gobernante no debía “tener otro objetivo ni otra preocupación que no sea la guerra y su organización y disciplina, ni debe asumir alguna otra profesión”, por lo que debía consagrar “su pensamiento al ejercicio de la guerra”, incluso en tiempo de paz, cuando había de prepararse para el combate “con la práctica y con la meditación”, supervisando el “buen orden y ejercicio a sus soldados” y dedicándose a “conocer la naturaleza de su territorio”6. El saber técnico se erigía así en eje de la praxis militar indisociable de la diplomática, como el propio humanista florentino puso de manifiesto al erigir a Fernando el Católico en uno de los arquetipos del nuevo gobernante7. Antes de Maquiavelo, otros autores habían reflexionado sobre esos te-mas en el reino de Nápoles. Durante las últimas décadas del siglo XV, bajo la dinastía aragonesa, mientras arquitectos e ingenieros militares como Francesco di Giorgio ensayaban las nuevas técnicas de fortificación en función del desarrollo de la artillería como una dimensión esencial de la nueva ciencia de gobierno que estaba configurándose8, diversos humanis-tas napolitanos abordaron el conjunto del arte de la guerra entre los sabe-res del príncipe o del noble, considerados aún –en aparente contradicción con los más tardíos postulados maquiavelianos- como parte de sus virtu-des morales. Así, Orso degli Orsini, un condottiero que sirvió a Alfonso V de Aragón y a otros potentados italianos, dedicó en 1477 al sucesor de aquel en Nápoles, Ferrante I, un tratado sobre el Governo et exercitio de 6 Maquiavelo, Nicolás de, El Príncipe (ed. de Francisco Javier Alcántara). Ed. Planeta, Barce-lona, 1983, pp. 5-18. 7 Vid. Rodríguez Fuster, Manel, “La visión de Fernando el Católico en El Príncipe”, en Ab Initio, nº 4, 2011, pp. 37-48. 8 Vid. Scaglia, Gustina, “The Opera de Architettura di Francesco di Giorgio Martini for Alfonso duke of Calabria”, en Napoli Nobilissima, XV, 5-6, 1976, pp. 133-161 y Pierotti, Piero, Archi-tettura scienza di governo. Filarete e Francesco di Giorgio consiglieri del príncipe, Servizio Editoriale Universitario, Pisa, 1994. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 45-114. ISSN: 0482-5748


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