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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

50 CARLOS JOSÉ HERNANDO SÁNCHEZ la militia donde presentaba la eficacia de la organización militar como el fundamento del poder político y planteaba cuestiones esenciales como la adecuación entre los modelos clásicos y modernos, el mantenimiento de un contingente permanente, disciplinado y no gravoso para la población, además de las cualidades del jefe militar y los conocimientos necesarios para afrontar los cambios acelerados en tácticas y armamentos9. De acuer-do con esas inquietudes, una de las figuras más destacadas de la corte de Ferrante I, el conde de Maddaloni Diomede Carafa, formuló en varios de sus Memoriali una idea del príncipe soldado que pretendía adaptar a las nuevas necesidades bélicas los tradicionales valores caballerescos, un intento que encontraría más tarde una de sus principales plasmaciones en la trayectoria del Gran Capitán. Según Carafa, el ejército era un cuerpo so-cial asimilable al modelo aristotélico de la familia que seguía sustentando la teoría política de la época, por lo que el jefe militar debía ser “non sulo capitanio, ma mastro de casa allí soldati”. Para ello, había que administrar sabiamente las recompensas a los combatientes, organizar una competente red de espionaje, reforzar la disciplina, dominar la elocuencia –de acuerdo con la relevancia concedida en la retórica clásica a la arenga o adlocutio- y optar por estrategias cautas, evitando en lo posible las batallas campales y recurriendo a la astucia e incluso al engaño como instrumentos de la prudencia. Sin embargo Carafa, condicionado por su experiencia de los limitados recursos militares napolitanos, se resistía abandonar la concep-ción estática de la batalla tradicional, donde los ejércitos se vigilaban fron-talmente sin romper la cohesión de una infantería considerada aún solo complementaria de los escuadrones compactos de caballería. Con todo, llegó a defender la utilidad de los grupos de asalto, reducidos pero ágiles, y de las alas, capaces de ampliar la lucha por los flancos, aunque siempre con carácter defensivo10. Por su parte, Giovanni Pontano, máximo exponente del floreciente hu-manismo de la corte aragonesa, exaltó el heroísmo del jefe militar en su tra-tado De fortitudine, dedicado en 1481 al futuro Alfonso II de Nápoles, a par-tir de la distinción entre la fortaleza como virtud doméstica y como virtud “bellica et heroica” que remitía al culto de la gloria a través de los exempla de la Antigüedad vinculados al mito de Hércules, una imagen que, significa- 9 Vid. Pieri, Piero, “’Il Governo del exercitio de la militia’ di Orso degli Orsini e i ‘Memoriali’ di Diomede Carafa”, en Archivio Storico per le provincia napoletane, 19, 1933, pp. 99-212 y Miele, Lucia, “Tecnica e política nel ‘Governo del exervitio de la militia’ di Orso degli Orsi-ni”, en Miele, Lucia, Studi sull’Umanesimo Meridionale, Federico & Ardia, Nápoles, 1994, pp. 133-159. 10 Vid. Miele, Lucia, Modelli e ruoli sociali nei ‘Memoriali’ di Diomede Carafa, Federico & Ardia, Nápoles, 1989, pp. 91-115. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 45-114. ISSN: 0482-5748


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